viernes, 8 de diciembre de 2017

Bautismo, una reserva para entrar en el Cielo

Estamos ya inmersos en el mes de diciembre. Noviembre ya ha quedado atrás. Parece que hubiera una contraposición entre el mes pasado, dedicado a recordar y ofrecer sufragios por nuestros difuntos y este mes de diciembre, donde se resalta más el comienzo de la vida, merced a la llegada de la Navidad. Sin embargo, para un cristiano hay una relación muy estrecha, por cuanto la llegada al Cielo pasa por tener que abandonar este mundo, habiendo nacido y recibido -no importa si en los primeros días de vida como en los últimos, porque la misericordia del Señor no conoce fechas sino situaciones- el sacramento del Bautismo. Bien claro se lo dejó Jesús a Nicodemo: Te lo aseguro: quien no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios (Jn. 3,5).

Fue precisamente en una Misa a la que asistí el día de los Fieles Difuntos, donde escuché decir por el sacerdote celebrante que recibir el Bautismo es como reservar una estancia en el Cielo. Me gustó esta definición, muy acorde con los tiempos actuales, donde tanto nos gusta prever todo con antelación. Con el sacramento del Bautismo tendremos siempre la credencial para pasar al Cielo. 

Hace casi un mes asistí al bautizo de María, hija de Vanesa y Jorge, dos sobrinos por parte de la familia de mi esposa, a los que dediqué un post en su enlace matrimonial (La perla del amor: el matrimonio, 24-X-2012). Tuvo el privilegio de bautizarse con agua del río Jordán, el mismo río donde también quiso ser bautizado Jesucristo por Juan El Bautista para “cumplir con toda justicia” (Mt. 3,15).


Me llamó poderosamente la atención el ritual con el que comienza la ceremonia. Los padres y padrinos esperan a la puerta de la iglesia para ser recibidos. El sacerdote o diácono celebrante se dirige a ellos desde dentro de la iglesia para darles la bienvenida, y después de una breve oración les acompaña hasta el interior del templo. La Iglesia nos espera. La Iglesia nos acoge: “Creemos en la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra salvación (Fausto de Riez, Spir. 1,2). Dios es quien salva; la Iglesia es el cauce. Y así seguirá siendo hasta el final de los tiempos, desde que en el siglo II se empezó esta práctica, tal y como está testimoniado, aunque es muy posible que el bautismo a los niños se viniera haciendo desde el comienzo de la predicación apostólica.  

Mi más sincera felicitación a María. Enhorabuena a Jorge y Vanesa porque habéis hecho el mejor regalo que se le puede proporcionar a vuestra hija. No es un regalo visible del que podáis presumir como padres, no es una entrega de esfuerzo físico como puede ser tenerla una madrugada entera en brazos hasta dormirla. Cuando la llevéis al pediatra comprobaréis que no habrá crecido ni engordado màs por el sacramento recibido el día 21 de noviembre. Insisto: nada de resultados visibles en María. Pero estar seguros que ese día el Cielo estuvo de fiesta porque el nombre de María, como el vuestro cuando fuisteis bautizados, quedó inscrito con un sello espiritual indeleble. ¿Para siempre? Sí, para siempre. Es un privilegio de Dios con nosotros. Conviene, eso sí, no olvidarse de ella. Con el bautismo el alma se abre a otros sacramentos que nos serán de gran ayuda a lo largo de la vida para que cuando esta acabe llevemos con nosotros la credencial para entrar en la vida eterna.

No podemos concluir este post sin destacar la fiesta de hoy, toda vez que guarda relación con el tema tratado. La Virgen María es la única persona -junto a Jesucristo- que no tuvo necesidad  su alma al nacer de ser limpiada para librarse del pecado original que cometieron nuestros primeros padres. En previsión del nacimiento de Jesús, desde el primer instante de su concepción, fue preservada de toda culpa original por singular privilegio de Dios. 



El 8 de diciembre de 1854, el beato Pio IX definió esta verdad dogmática, mandando construir una columna en dedicación a la Inmaculada en la Plaza de España de Roma. Y es que desde 1644 ya se venía celebrando esta fiesta en todo el territorio que formaba el Imperio Español. Fuimos la primera nación del mundo en defender el dogma de la Inmaculada Concepción. Es Patrona de España.

Comienzo de mes. Ineludiblemente el final de este post pasa por colgar el video del Papa por si quieres conocer su intención universal para diciembre. Puede venirnos muy bien para estas fiestas familiares que están por llegar.



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