lunes, 25 de julio de 2016

OBRAS DE MISERICORDIA: Vestir al desnudo (IV)


Época de rebajas. Tiendas que ofrecen los mejores descuentos en vestidos, trajes, pantalones, camisas, faldas, zapatos... Propaganda masiva en medios de comunicación. Slogans impactantes: "¿va a dejar pasar esta oportunidad?", "¡aproveche las rebajas!, ",¡llevése dos y pague uno!", "¡ser felíz cuesta muy poco!". Resultados: nos gastamos más de lo esperado; en los armarios y zapateros se acumulan prendas y... ¿qué hacemos con lo que nos sobra?Tratamos nueva obra de caridad corporal: vestir al desnudo.

Según el informe El sector textil y el gasto de prendas de vestir en España, publicado por la EAE Business School, cada español se gastó en ropa 508 euros de media en 2014. Si esta página es visitada por algún internauta noruego o sueco, le daré una información tal vez desconocida para él: Noruega y Suecia están a la cabeza en cuanto a gasto por persona, con una media de 1246 y 941 euros respectivamente.

Me alegra saber que una importante empresa textil apostará pronto por el reciclaje de ropa, zapatos y complementos que ya no usen sus clientes, en colaboración con entidades sociales. No será una novedad porque ya existen asociaciones con objetivos altruistas, que a través de contenedores que instalan en las calles, recogen ropa usada para darle un fin social, financiando proyectos para impulsar el desarrollo social en otros países menos desarrollados. Sin ir más lejos Cáritas también tiene campañas destinadas a dar el mejor uso posible a las prendas usadas.

El caso es que hay vías para dar utilidad a esas prendas que guardas en tu armario y que forman parte de un pasado, tal vez demasiado inmediato, pero  que al fin y al cabo no hacen más que ocupar espacio. Puede ser una buena ocasión para plantearte, que con una pizca de generosidad podemos vestir a quien carece de medios económicos.


Y si piensas que tu aportación puede ser mayor te propongo una opción más: dedicar una parte del presupuesto destinado a vestirte para comprar ropa a personas necesitadas. Así también podrán tener oportunidad de cortar una etiqueta y estrenar una prenda quienes nunca lo han hecho. De este modo comprarás menos  para ti y gastarás más para otros.

Los cristianos no estamos ajenos a este peligro. Fácilmente -casi sin darnos cuenta- nos abocamos al consumismo textil. Diariamente pasamos por escaparates donde los ojos se fijan tanto en prendas, que sin ningún esfuerzo para la imaginación nos vemos ya vistiendo como el maniquí. Marquesinas de autobuses, vallas publicitarias, carteles en Metro, son como otros escaparates donde no hace falta que te detengas para "revestirnos" sobre la marcha. Y qué decir de los "días de oro" y las "semanas fantásticas" de grandes almacenes. Ya forman parte de nuestro calendario anual.

Debe haber un gusto por vestir bien, lo afirmo rotundamente, porque tener buena presencia es una forma de exteriorizar lo que vivimos interiormente; el decoro de nuestra ropa es manera de considerar la importancia que para nosotros tiene la convivencia con el prójimo; pero, sin incurrir en excesos que pueden dar motivo a ser considerados -y con razón- altivos y presuntuosos.

Un medio -el más penetrante para un seguidor de Cristo- para superar con éxito -con lucha, por supuesto- los embates del consumismo está en una mirada, en una contemplación: Jesucristo crucificado. Nos aleja de presuntuosas miradas hacia escaparates y espejos. Clavado a un madero está despojado de sus vestiduras. Para llegar a Dios, Cristo es el camino; pero Cristo está en la Cruz, y para subir a la Cruz hay que tener el corazón libre, desasido de las cosas de la tierra (1). 




San Martín de Tours, patrono de la Guardia Suiza Pontificia y de la ciudad de Buenos Aires, fue un asceta, un hombre de oración, que vivió en el siglo IV.  Siendo aún militar, y todavía catecúmeno, al entrar en la ciudad norteña francesa de Amiens, encontró a un mendigo sin ropa, casi helado. Con su espada cortó la capa que le cubría y le dio la mitad al pobre mendigo. La devoción a esta acción caritativa recobró mucha fama. El medio manto de San Martín de Tours fue guardado en una urna y se le construyó un pequeño santuario para guardar esa reliquia. Los devotos cuando iban a visitarla decían: "Vamos a orar donde está la capilla", que en latín significa medio manto. Si frecuentas capillas, te será provechoso recordar el sentido etimologico de este sustantivo , que sirve para definir un lugar pequeño para hacer oración.


Pero la riqueza sobrenatural de este gesto llegó al día siguiente, cuando  el Señor se le apareció a este santo húngaro y le agradeció su generosidad con Él. El Señor no iba de farol cuando enseñaba a sus discípulos que la caridad que ejerzamos con el prójimo, será la principal medida para juzgarnos  (Mateo 25, 31-46). Este agradecimiento es clara muestra.

El Papa Francisco tiene esta especial sensibilidad evangélica con los pobres: “Una Iglesia pobre para los pobres empieza con ir hacia la carne de Cristo. Si vamos hacia la carne de Cristo, comenzamos a entender algo, qué es esta pobreza, la pobreza del Señor”. Y a esa carne de Cristo hay también que vestirla. No puede haber relación más directa: El mejor modo de mostrar el amor al Señor es demostrar que hacemos obras de caridad con el prójimo. 

No podemos terminar este post sin hacer referencia especial al Papa Francisco y a la Jornada Mundial de la Juventud, que se va a celebrar en Cracovia en esta misma semana. Debemos escuchar y leer todo cuanto diga a los jóvenes, porque tú y yo debemos sentirnos jóvenes para estar cerca de los jóvenes en Polonia, e irradiar ese espíritu jovial, que el mundo necesita.

Para que puedas ir "EM-PA-PÁN-DO-TE", te dejo este video antesala de estos próximos días, para vivir una nueva JMJ, la de 2016, en la tierra donde nació san Juan Pablo II, principal precursor de este encuentro de jóvenes de los cinco continentes. Convéncete en que serán días que el Espíritu Santo no cesará de clamar.


(1) Via Crucis, Décima estación, San Josemaria Escrivá de Balaguer
(2) Vigilia de Pentecostés,  18 de mayo de 2013