martes, 1 de mayo de 2018

La importancia de un milagro




Es día 1 de mayo. Hoy es el ciento un aniversario del nacimiento de Ismael Molinero Novillo, conocido por Ismael de Tomelloso. Se da por concluido el año que se inauguró el 1 de mayo de 2017, para conmemorar el centenario de su nacimiento. Cabe destacar como actos más significativos la peregrinación que la delegación de Zaragoza realizó los días 23 y 24 de mayo a la tumba de Ismael, para depositar una imagen de la Virgen del Pilar junta a la Cruz que la acompaña, y la exposición que tuvo lugar en Madrid, del 22 al 27 de septiembre, en la Basílica de la Milagrosa, y que concluyó con la Misa presidida por el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro.


El Señor nos ha regalado en estos trescientos sesenta y cinco días pasados la ilusión de ver en los altares  a este Siervo de Dios. El proceso de beatificación se acelelaría con el reconocimiento de un milagro ocurrido por su intercesión. Ese hecho extraordinario que da pie a la instrucción de un procedimiento para investigación y estudio está ya formalizado. Un prestigioso ginecólogo tomellosero se ha ofrecido voluntariamente para verificar y rubricar una vez revisada toda la información médica recopilada. Este es requisito previo para elevar todo el procedimiento a la Congregación para la Causa de los Santos. Dos peritos médicos, designados por la Congregación, hacen estudio detallado del caso, se discute por la Consulta médica (cinco médicos peritos) y posteriormente ocho teólogos estudian el nexo elaborado por la Consulta médica y la intercesión atribuida al Siervo de Dios. De continuar el procedimiento se llega a la siguiente fase, en la  que se designa un ponente entre los cardenales que componen la Congregación, y en sesión solemne los cardenales y obispos dan su veredicto. Caso de ser favorable, el Santo Padre aprueba el Decreto de Beatificación.

El hecho en sí, muchos lo conocéis, ocurrió aproximadamente hace un año y medio. Inesperadamente una joven madre sufrió un grave percance al final de su embarazo, donde su vida y la del bebé corrieron muy serio peligro. Se temió por sus vidas. Enterados los padres de la futura madre se desplazaron desde Albacete –lugar de residencia- hasta Tomelloso. Durante el trayecto el matrimonio rezó una estampa a Ismael para su curación. La madre y el niño percibieron una inesperada mejoría, se recuperaron sin secuelas, a pesar de que el bebé estuvo varios minutos sin recibir oxigeno al cerebro, circunstancia que suele ocasionar lesiones irreversibles.

En agosto del año pasado tuve ocasión de conocer personalmente a la madre y al niño, evidenciando un buen estado de salud. Vidas normales, como si nada hubiera pasado. En enero de este año, al término de la Asamblea General Ordinaria de la Asociación para la Causa de Canonización celebrada en Tomelloso, me acerqué a saludar a los abuelos. Antonio -así se llama el abuelo- tuvo el detalle de enseñarme una reciente foto del chaval en la que se le ve en perfecto estado. El niño sigue sometido a controles y revisiones periódicas con resultados positivos.

Con todo, lo más relevante para un cristiano no está en el reconocimiento público de un milagro, que ya es mucho, sino en la circunstancia más profunda de descubrir la cercanía de Dios, nada ajeno a las situaciones más dramáticas de sus criaturas. Dios es un Padre que se preocupa de sus hijos; la pena es que los hijos tienden a  no relacionarse con el Padre, pero no por ello nos desampara. La Providencia siempre está en todos los acontecimientos de la vida, grandes y pequeños, gozosos y tristes. Dios está presente en la vida cotidiana, en la tuya y en la mía. Es cuestión de pedirle discernimiento, querer tratarle para amarle.

Independientemente al pronunciamiento que con todo rigor establezca la Iglesia respecto a lo acontecido a esta madre y a su bebé, en cuestión de fe  nada deberá cambiar. Ni para esta familia ni para quienes guardamos devoción  al Siervo de Dios. Que la Iglesia no tenga la absoluta certeza de que el hecho ocurrido sea merecedor de considerarlo milagro, resalta el rigor con el que se estudian los casos, y la importancia que supone afirmar pública y oficialmente que una persona haya vivido ejemplarmente las virtudes cristianas entre los de su tiempo, dejando una huella imperecedera en esas generaciones y en las sucesivas, y pueda afirmar categoricamente que su alma goza ya en el Cielo. Dios marca los tiempos. Solo Él sabe cuando el joven tomellosero subirá a los altares, cuando podrá tenerse devoción pública y formar parte del elenco de santos. 


Lo que es una realidad admirable, es que los santos  son un regalo de Dios para pedir favores a través de ellos; y lo que es más importante, para que tratandóles e imitándoles  tengamos el convencimiento de que también nosotros estamos llamados a vivir la santidad. Así vivió Ismael. Este debe ser nuestro anhelo. El Papa Francisco nos invita a ello en su reciente Exhortación Apostólica Gaudete  et exultate

A todo esto: ¡felicidades, paisano!

Empezamos mayo, dedicado a María. Este video es una buena introducción para estar cerca de la Virgen, como estuvo Ismael.


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