domingo, 21 de octubre de 2018

Ante una nueva batalla de Lepanto


Hace pocos días hemos celebrado la fiesta mariana de la Virgen del Rosario, concretamente el día 7, en recuerdo a la batalla de Lepanto donde españoles, romanos y venecianos, aparcaron sus rivalidades para formar un frente común y vencer a la potente armada otomana afín de evitar que el sultán Solimán II, llamado el Magnífico, viera cumplido el anhelado sueño de conquistar Roma y entrar a caballo en la Basílica de San Pedro. No contaba con un hombre de Dios, el Papa Pío V, miembro de la Orden de Santo Domingo, quien consciente del poder de la devoción al Santo Rosario pidió a todos los cristianos que lo rezaran para suplicar a la Santísima Virgen el auxilio para vencer al enemigo de la Cristiandad. El día 7 de octubre de 1571 la flota más poderosa del mundo caía derrotada. En la bandera de la nave capitana de la escuadra vencedora ondeaba la Santa Cruz y el Santo Rosario.  Al frente se encontraba don Juan de Austria. Algunos islamistas hechos prisioneros confesaron que una brillante y majestuosa señora había aparecido en el Cielo, amenazándolos e inspirándoles un gran miedo. Está fecha quedó fijada por el Papa san Pío V como fiesta de Nuestra Señora de las Victorias; años después su sucesor, Gregorio XIII, pasará a denominarla Nuestra Señora del Rosario. 

Cinco siglos después de la batalla de Lepanto el enemigo que se cierne sobre la Iglesia no pretende asolar las paredes del Vaticano, no busca anexionarse territorios, no idea regar con sangre iglesias y conventos, no se manifiesta públicamente para sembrar miedos incontrolables entre la población y poder destruir los cimientos de la Iglesia fundada por Cristo. En realidad toda su existencia ha sido, es y será, buscar la división para fomentar el odio, la indiferencia  y el desprecio de la criatura con su Creador.

Se entiende que en los tiempos que estamos inmersos el Papa Francisco llame a los católicos para derrotar al enemigo con las mismas armas utilizadas en Lepanto. El  pasado domingo después de rezar el Ángelus, nos lo volvió a recordar: “Renuevo la invitación a todos a rezar el Rosario todos los días del mes de octubre, concluyendo con la antífona “Bajo tu amparo y la oración a San Miguel Arcángel, para rechazar los ataques del diablo que quiere dividir a la Iglesia”.


La oración al arcángel San Miguel fue creada por el Papa León XIII tras una visión que tuvo “donde una mujer vestida de sol” –la Virgen- , batalla con el gran dragón –demonio- que intentó devorar a su hijo –Jesucristo- (Apocalipsis, 12). El Papa decretó que se rezase al final de la Misa por la Iglesia universal. Con el Concilio Vaticano II el mandato fue revocado, con independencia a que los fieles pudieran seguir rezándola de manera privada. En 1994 san Juan Pablo II, durante el Año Internacional de la Familia, exhortó a todos los católicos a rezarla para superar las fuerzas de la oscuridad del mal en el mundo. En una larga carta Sor Lucía, vidente de Fátima, escribía al entonces arzobispo de Bolonia (Italia), cardenal Carlo Caffara donde advertía que “la batalla final entre el Señor y el reino de Satanás sería en el matrimonio y la familia”.

Precisamente en este pasado domingo el Papa Francisco ha canonizado a siete beatos, entre ellos, al Papa Pablo VI, que como sabrás sucedió a san Juan XXIII cuya fiesta hemos celebrado hace unos días, y fue el Papa que clausuró el Concilio Vaticano II. Famosa es esa frase pronunciada en una homilía  en el año 1972: “A través de alguna grieta ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios”. 



A poco que discurramos sobre los lamentables actos pederastas protagonizados  por miembros de la Iglesia, descubrimos que la frase del ya san Pablo VI tiene un lógico fundamento. “Al que escandalice a uno de estos pequeños, más le valdría que le colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al mar” (Mt. 18,6).  ¡Cuántas veces habrán leído y releído los causantes de tan reprochables actos la clara y escalofriante advertencia del Señor para quien maltrate a un niño, y a pesar de todo han reiterado esos actos con pobres inofensivos chiquillos! ¿Es posible tanta insensatez en un ser humano que tiene su vida consagrada a Dios? ¿Y por qué las autoridades eclesiásticas han callado y solapado estas actitudes deplorables? Las respuestas están fuera de la coherencia humana. Solo desde el reconocimiento de que las fuerzas del Mal actúan con una superioridad infinita en relación al hombre se puede entender la práctica pederasta en la Iglesia. 

Como verás el mandado del Papa Francisco no debe ser baldío para nuestra conciencia y consciencia cristiana. Son tiempos duros para la Iglesia,  porque el mundo también vive momentos complejos. La Iglesia no es causante de los desafueros que se producen, sino víctima de los males que asolan al mundo. Sólo Dios puede vencer al enemigo. Pero para vencer al enemigo hay que reconocer que existe, que es superior a nuestras capacidades humanas. Cuando esto ocurre, el triunfo sobre el Mal está superado. Cristo puede más. La Virgen siempre es nuestra principal aliada.

El video del Papa Francisco es corto, se dice todo en tan solo un minuto.