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domingo, 9 de septiembre de 2018

Aclaraciones a don Fernando Grande Marlaska


Con el mismo respeto y consideración que le he tratado durante el tiempo que hemos coincidido por unos años en el mismo destino profesional, me dirijo a usted para expresar mi pesar por las afirmaciones vertidas el pasado 4 de julio ante la Comisión de Interior del Congreso de los Diputados.  Durante su intervención criticó la educación diferenciada en unos términos poco adecuados y prudentes: “La educación segregada –manifestó-, no lo entiendo, lo siento, pero no lo entiendo. ¿Por qué segregada? Si somos los mismos valores, hay que generar los mismos valores. Si se segrega ¿es porque habrá que enseñar algo distinto a los niños que a las niñas al principio”?

Utilizar el término segregar para referirse a este tipo de enseñanza me parece inapropiado, aunque muy al uso desde hace tiempo por quienes se muestran contrarios a esta enseñanza. Según la RAE segregar es “separar y marginar a una persona o un grupo de personas por motivos sociales, políticos o culturales”. Ni discriminación, ni marginación, ni separación que no sea por móviles educativos.

La educación diferenciada parte de unos métodos docentes contando con las particularidades propias de chicos y chicas, avalado por diversos estudios científicos sobre las diferencias cerebrales en ambos sexos. Hombre y mujer tienen distintos ritmos biológicos y de aprendizaje, y para ello desarrollar la autoestima  refuerza  mejor sus capacidades. El informe PISA (Programa for International Student Assessment) marca la diferencia entre sexos: los chicos marchan atrás de las chicas en resultados académicos, y solo en matemáticas las sobrepasan.  Los colegios de educación diferenciada no es tán anclados en el pasado a pesar de tener una experiencia de más de cuarenta años; es más, aplican nuevos progresos a la ciencia educativa y culturales en beneficio de la calidad de la enseñanza. Sirva de ejemplo la tradicional publicación anual del diario El Mundo sobre el ranking de colegios: 16 colegios de educación diferenciada están dentro de los 100 mejores de España (marzo de 2018).

Países como Australia, Alemanía, Canadá, Suiza, Nueva Zelanda, Escocia, Suecia, han superado hace años el debate educativo impartiendo esta metodología en colegios públicos. En Gran Bretaña, los colegios más prestigiosos son los diferenciados, por una larga tradición de este tipo de escuelas. Estados Unidos también cuenta con una larga experiencia. Para quienes piensan que esta educación va en detrimento de las chicas le doy estos nombres: Nancy Pelosi (primera mujer portavoz de la Casa Blanca), Rally Ride (primera mujer que viajó al espacio), Madeleine Albright (primera mujer Secretaria de Estado), Condoleezza Rice (primera mujer responsable de la Seguridad Nacional y después Secretaria de Estado), Drew Gilpin Faust (primera mujer Presidente de Harvard), Christine Todd Whitman (primera mujer gobernadora de un Estado) y Hillary Clinton (de quien no hace falta dar referencias) fueron estudiantes de colegios diferenciados por sexos.
Según los expertos, la clave del éxito en estos colegios radica en reconocer la diferencia entre hombre y mujer para un mejor aprovechamiento de las cualidades particulares, a fin de garantízar la igualdad de oportunidades.

Pero el principal motivo de dirigirme a usted, don Fernando, estriba en esa otra afirmación donde asocia violencia de género con esta educación, conjeturas que pueden crear en la opinión pública corrientes de opinión sesgadas. “Estas cosas –dijo- tienen que ver luego con la violencia de género, con las políticas de desigualdad, la brecha salarial de género, la necesidad de conciliar y con no hablar de corresponsabilidad”. 

Hasta aquí le he dado datos, pero ahora refiero experiencias. Mire usted, mis dos hijas han cursado todos sus estudios en un centro de educación diferenciada en el madrileño barrio de Moratalaz, el colegio, si quiere más datos, se llama Senara. Ningún atisbo, ninguna siembra de sentimientos que inciten a cualquier tipo de violencia. Una ha terminado la carrera, en universidad pública, en aulas mixtas, y ningún tipo de problemas para adaptarse con el entorno masculino, preocupación que a más de un detractor de  esta educación le preocupa. De mi otra hija, en tercero de carrera, lo mismo. Las dos han tenido en sus pandillas amigos y amigas de este tipo de colegios. Chicos y chicas normales. Las dos tienen novio, los dos novios han cursado estudios en otro colegio de educación diferenciada llamado Tajamar, en Vallecas, otro barrio humilde de Madrid -eso para quienes puedan pensar que es una educación clasista- y son jóvenes  con aptitudes intachables.

Los colegios de educación diferenciada, quédese tranquilo don Fernando, y si quiere puede visitar cualquiera de ellos para salir de dudas, no fomentan conductas violentas de chicos hacia chicas, no llegarán nunca a ser focos de jóvenes violentos en potencia, la cuestión es otra que no voy a tratar en este post, pero sí que lo haré  en otra ocasión. Por eso, en la parte que me afecta y con todo respeto hacia usted, le expreso mi profundo malestar por esas afirmaciones  en un recinto institucional donde debe tenerse el máximo respeto a todos los españoles, con independencia como este es el caso, a quienes somos partidarios de matricular a nuestros hijos en los colegios amparados por la ley.

La educación diferenciada está reconocida dentro de la libertad de enseñanza que ampara el art. 27 de la Constitución española. Como jurista conoce perfectamente que primero fue el Tribunal Supremo y  ahora en el mes de abril el Tribunal Constitucional, quienes han amparado el derecho a la financiación pública de la educación diferenciada, resolviendo el recurso de inconstitucionalidad interpuesto por el partido político que le ha auspiciado al cargo que ocupa. Se mantiene en toda su integridad el apartado 3 del artículo 84 de la LOMCE que señala que “no constituye discriminación la admisión de alumnos y alumnas o la organización de la enseñanza diferenciada por sexos”, sin tener que aplicarse “en ningún caso” un trato menos favorable porque, esto viene a señalar la sentencia, se trata de un modelo como otro cualquiera donde no cabe excluirlo de la financiación pública por ser plenamente constitucional, teniendo el derecho a recibir el mismo tratamiento que cualquier otro modelo pedagógico. Un respiro para todos los padres que obtan por este modelo educativo con estrechos márgenes económicos para ejercer tal derecho. En España existen unos 150 colegios de educación diferenciada y es el único país europeo donde no se tiene en cuenta este modelo para paliar el fracaso escolar de nuestros jóvenes.

Espero que ahora entienda mejor el contenido de la educación diferenciada. Me queda, por último, hacerle una puntualización. Usted se refería a transmitir valores en los colegios. Bien. La idea es buena, pero con matices; porque los principales valores, las virtudes humanas, el sentido de la vida, son aspectos que competen única y exclusivamente a los padres. Soy de los que opinan que la familia es el núcleo principal donde los hijos adquieren cualidades para ser hombres y mujeres capaces de aportar lo mejor de sí mismos a la sociedad. Por tanto, sí a los colegios como medios para transmitir conocimientos y nivel académico a nuestros hijos; pero no a los colegios que quieran impartir unos supuestos valores donde a veces chocan frontalmente con el concepto y la idea de la vida que queremos dar a nuestros hijos. De ahí al adoctrinamiento ideológico hay un paso. 

Le dejo este enlace y le dejo el título de un post que publiqué hace tiempo en torno a la educación diferenciada por si le son de interés: http://www.easse.org/es/europe/, "Educación diferenciada, ¿y por qué no?" (14/7/2013).


Me despido con el mismo contenido que el WhatsApp que le envié el día de su nombramiento como ministro de Interior: "Por el bien de España deseo un ejercicio de sus deberes pleno de aciertos. Un abrazo".

José Vicente Cepeda Plaza

Este es el video del Papa por si queremos unirnos a sus intenciones para este mes.


domingo, 14 de julio de 2013

Educación Diferenciada, y ¿por qué no?



La idea de tratar este tema me la proporcionó un buen compañero de trabajo,  que hizo un comentario muy directo: para él, la educación diferenciada es una segregación entre los chicos y chicas por razón de sexo.  Quedamos en tratar el tema en otro momento. Y tan amigos seguimos. Faltaría más. Pensaba irónicamente si mi esposa y yo somos unos segregadores, unos acérrimos defensores  del apartheid educativo, sin habérnoslo propuesto por cursar estudios nuestras hijas en un colegio de educación diferenciada.

Por si no estás muy al corriente del significado de esta forma de enseñanza cito la definición aportada por Joseba Barturen,  asesor escolar, licenciado en Psicopedagogía,  máster en Neuropsicología  y Educación, profesor en el C.U. Villanueva (Adscrito a la Universidad Complutense): “ Podemos decir que se entiende por educación diferenciada a un modelo de agrupamiento de los alumnos, ya sea en un colegio, un aula, o una asignatura, según su sexo, con el objetivo de educarles teniendo en cuenta las características peculiares de cada sexo”. 

Y  la razón de esta separación se debe a aspectos meramente  cognoscitivos propios de la diferencia de sexos. La mujer aprende y comprende la realidad de modo diferente al hombre. Ella es más intuitiva y él  más lógico. Y la mujer desde el plano físico y psicológico madura antes que el hombre. Está demostrado en la psicología evolutiva y biológica. La educación diferenciada, podríamos decir, se encarga de consolidar esos modos diferentes de ser, atendiendo a la educación integral de la persona. El colegio, no es, no tiene que ser necesariamente, el lugar donde se produzca la socialización mixta; ésta la proporcionarán las amistades  que se van creando entre jóvenes, que no tienen que ser entre los propios compañeros. 

Nada de segregación, nada de discriminación; opción educativa perfectamente legítima. Para los detractores de la enseñanza distinguiendo sexos ofrezco estos textos extraídos  del  art. 2 de la Convención de la Unesco relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza, firmado entre otros muchos países por España: “no será considerada como discriminación (…) la creación o mantenimiento de sistemas o establecimientos de enseñanza separados para los alumnos de sexo masculino y para los de sexo femenino, siempre que esos sistemas ofrezcan facilidades equivalentes de acceso a la enseñanza (…)”. 


La educación diferenciada está extendida por el mundo, y a la vista de los resultados académicos los países verdaderamente preocupados por las futuras generaciones van incluyendo este tipo de educación en sus sistemas de enseñanza. Así, los colegios públicos que diferencias por sexo en EEUU han pasado de una docena en 2002 a cerca de 500 en la actualidad, según la National Association for Single Sex Public Education. En países como Irlanda –con una 40% de colegios de educación diferenciada- y Reino Unido nadie cuestiona el éxito de esta fórmula. La lista anual que recoge los 500 mejores colegios en Inglaterra muestra que en las escuelas públicas más del 70% de las “top ten” son de educación diferenciada.

En España existen unos 150 centros de enseñanza diferenciada –unos 100.000 alumnos, el 1,5% de los escolares-, de los que unos 60 están subvencionados por el Estado. Lejos de tolerar la implantación de estos centros, hay Consejerías autonómicas de Educación que con una clara persecución ideológica no cesan de buscar subterfugios legales para perseguir los derechos de los centros educativos y padres que promueven este tipo de educación.  

Recientemente el Tribunal Supremo ha  dictado dos sentencias sobre la retirada del concierto a centros que diferencian la educación por sexo en Andalucia y Cantabria. En la resolución se afirma que “nadie puso en duda la legitimidad del sistema de educación diferenciada; cuestión distinta es que a partir de la entrada en vigor de la L.O.E. de 2006 (Ley Orgánica aprobada por el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero), sea posible que esos centros privados puedan tener la condición de concertados, cuando expresamente en el régimen de admisión de alumnos se prohíbe la discriminación por razón de sexo”.  El Alto Tribunal admite la legitimidad de la educación diferenciada –como no podía ser de otro modo-; sin embargo,  la sentencia asiente por llamarlo de alguna manera que las Consejerías de Comunidades Autónomas gobernadas por unas ideologías determinadas,  puedan retirar la ayuda económica que les corresponde, con lo que se aboca a estos colegios a convertirse en colegios privados, y a los padres a realizar un esfuerzo económico –o sencillamente inalcanzable- para matricular a sus hijos. Es un “estrangulamiento” económico que deriva en la desaparición de colegios antes concertados, y en la imposibilidad de que los padres, por cuestiones económicas, no puedan ofrecer a sus hijos una enseñanza perfectamente regulada en el art. 27 de la Constitución, que consagra el derecho a la libertad de enseñanza.

La educación diferenciada no es un sistema para familias ricas. Existen muchos más padres con un poder adquisitivo superior que llevan a sus hijos a colegios públicos. Es una elección perfectamente respetable. Que existan colegios de educación diferenciada concertados no significa que el Estado caprichosamente financie este tipo de educación; sino que permite que las limitaciones económicas no impida a las familias que lo deseen  ejercer el derecho reconocido por la Carta Magna.

Si consideramos fracasado el sistema educativo español, donde más del 30% de los alumnos no consiguen terminar los estudios obligatorios, que los jóvenes españoles son los peores preparados de todos los países de la OCDE, a pesar de la promulgación de leyes como la Ley de Reforma Universitaria, LOSE, LOGSE, se hace incomprensible que no se facilite un tipo de educación que tan buenos resultados está ofreciendo.

En el fondo la controversia entre enseñanza pública o privada, educación mixta o diferenciada, no se debe a concepciones propias de enseñanza sino a estereotipos creados por el anacrónico ideario anticlericalidad muy propio de la mentalidad española. Tal vez se haga preciso reseñar para los que desconozcan el origen de la enseñanza, que gracias al esfuerzo de la Iglesia por la formación integral de las personas se crearon las Universidades –la primera la de Salamanca, en 1254-, estableciendo un modelo de enseñanza que influyó considerablemente en las universidades  modernas y, gracias al afán renovador de aquélla época, abriendo estudios superiores a los laicos.

Obsequio el final de este post con un video que crearon profesoras y alumnas  -entre las que se encuentran mis dos hijas, del colegio Senara, un colegio en el barrio madrileño de Moratalaz, con un predominio de clase media sin grandes alardes económicos, con un éxito anual de 100% en exámenes de Selectividad. Ya lo colgué el pasado año creo recordar. Ahora lo “recuelgo” –disculparme la palabra- porque entiendo que viene muy a propósito para el tema del que me he ocupado.


¡Feliz verano!   
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martes, 1 de noviembre de 2011

Educar en valores, el mejor preservativo

En este estrenado curso escolar la Unión Europea ha regalado a los alumnos de Primero de Bachillerato de los países miembro (unos cuatro millones de jóvenes según señala en el prólogo) una agenda escolar con diferentes contenidos, entre los que destaca en el apartado  “Mi salud, mi seguridad” el imprescindible uso del preservativo en las relaciones sexuales entre jóvenes para combatir los riesgos principales: el contagio del Sida y los embarazos no deseados.

Intenciones loables aparte, me permito, no obstante, aportar otra información que tiene mucho que ver con ésta recomendación de la UE. Según la biblioteca de salud reproductiva de la Organización Mundial de la Salud, en su epígrafe sobre salud sexual y reproductiva adolescente, llega a esta conclusión: “Resulta imposible, desde el punto de vista ético y logístico, realizar estudios clínicos controlados aleatorizados para comprobar si el uso de preservativos reduce el riesgo de transmisión del VIH.
Por lo tanto, la opción es basarse en estudios observacionales, que intrínsecamente acarrean un riesgo de sesgo. En dichos estudios, se halló que el uso constante de preservativos da como resultado una reducción del 80% en la incidencia del VIH”. Respecto a evitar los  embarazos no deseados  también hay datos, aunque me remito al año 2009, aportados por el jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Severo Ochoa, D. Javier Martínez Salmean: “En España se producen al año alrededor de 240.000 embarazos no deseados, de los que la mitad terminan en aborto”. Según la presidenta de la Federación de Planificación Familiar, Isabel Serrano, “el método preferido por las españolas es el preservativo, elegido por un 37,3 %, un porcentaje muy superior a la media europea que está en el 18%”. Es decir, se está impulsando la promiscuidad entre nuestros hijos, a costar de esconder las consecuencias más que posibles como consecuencia de la relativa  plena eficacia del preservativo. Y no es alarmismo: ahí tenemos, por ejemplo, la “píldora del día después”, que desde agosto de 2009 se puede adquirir en farmacias sin receta médica, o la posibilidad de que chicas de 16 años puedan someterse a abortos sin contar con la autorización de los padres. Son señales  inequívocas  de que el famoso condón no es tan infalible como se nos quiere airear, no solamente para evitar la transmisión de enfermedades venéreas, sino también los embarazos.

Pero la cuestión más importante en materia educativa y de formación de nuestros hijos es otra, no es cuestión de elegir el anticonceptivo más seguro lo que debe preocupar a los padres, sino una de mayor calado:  la autoridad pública asume con estos consejos competencias exclusivas de los padres.  Detrás de fomentar el uso del preservativo hay una manera de entender la vida que no a todos los padres ni jóvenes convence. Esta sociedad que vivimos padece muchas enfermedades que no queremos reconocer,  para no dar un diagnóstico y aplicar un tratamiento drástico por complejo que sea. Y una de esas enfermedades es la hipersexualidad que padecemos. Series televisivas presumiblemente pensadas para jóvenes, anuncios publicitarios en prensa, televisión y vallas en vías públicas, contenidos sexistas en programación infantil, etc., etc…, impelen a que los jóvenes consuman sexo a discreción. Los poderes públicos, impregnados de esa ideología de género irracional y perniciosa, con sus leyes fomentan el abuso desmedido.
Hemos llegado a una situación en la que la sexualidad se proyecta como un fín en la vida para satisfacer las necesidades corporales de cada individuo (sexo sin amor), y no como una herramienta natural, como un  don de Dios regalado al género humano para un intercambio de afectos sensitivos consecuencia de unos sentimientos afectivos (sexo con amor), además del fin reproductivo para asegurar la renovación generacional. Sacada de su contexto natural, es puro consumo; el hombre y la mujer dejan de mirarse como personas que se buscan y se complementan, y pasan a verse como objetos pasionales que tarde o temprano se romperán.

 No hace mucho leí una frase que reflejaba perfectamente el mal al que se someten los jóvenes: la chica utiliza el sexo para recibir amor, y el chico utiliza el amor para recibir sexo. El filósofo y antropólogo francés Paul Ricoeur captó con precisión esta situación: “Todo lo que hace fácil el encuentro sexual fomenta al mismo tiempo su caída en la irrelevancia”.

Según la R.A.E. (Real Academia Española de la Lengua) preservar es un término que significa conservar, resguardar o proteger de un daño o peligro. Y el peligro de los jóvenes es abocarse a un consumo de sexo que desnaturaliza su persona. Hay que proteger a nuestros hijos, efectivamente, pero con otro tipo de preservativos, que no tienen contraindicaciones ni efectos secundarios a pesar de administrarse desde los primeros años de vida: los valores. Empezando en las familias, en los colegios y con campañas en las que se realce que para un joven, una joven, el punto de referencia de su vida  no esté una cuarta más abajo del ombligo, sino dos cuartas más arriba. Los resultados son para siempre; su adicción es altamente beneficiosa para uno mismo y para los demás. Además, para tiempos de crisis como los que padecemos favorecen  las arcas del  Estado: ahorra mucho dinero en fármacos, aunque sea con el consiguiente perjuicio a la empresa farmacéutica, que dicho sea de paso, son los verdaderos beneficiados de estas campañas tan reiterativas como ineficaces.