jueves, 1 de noviembre de 2018

Halloween, ¿Truco o trato?



Durante los siglos XVI y XVII en Inglaterra  los católicos sufrieron persecución por los protestantes. El rey James I y su Parlamento estuvieron a punto de sufrir un atentado que no llegó a perpetrarse porque uno de los conspiradores católicos, Guy Fawkes, traicionó a sus compañeros avisando del apremiante atentado. A pesar de no llevarse a cabo el Guy Fawkes fue ejecutado. La fecha del descubrimiento de la traición empezó a celebrarse por los luteranos con una fiesta divertida donde grupos de protestantes guardaban su identidad para visitar los hogares católicos exigiendo ser abastecidos de cerveza y pasteles. La frase truco o trato (trick or treat) se hizo popular, y la fiesta del “Día de Guy Fawkes” llegada a América se trasladó al 31 de octubre, uniéndose con la fiesta de Halloween.

Los niños adquieren principal protagonismo recorriendo las casas de su vecindario con disfraces propios de la fiesta, y con la frase famosa “amenazan” de broma a los dueños de las casas si no les dan las requeridas golosinas. La fiesta adquirió un especial significado después de la campaña trick or treta para la UNICEF en 1950. Hay mucha similitud entre esta costumbre y el tradicional aguinaldo que piden los niños tras visitar casas y cantar villancicos, una costumbre muy enraizada en los países nórdicos para felicitar la Navidad y que en España todos conocemos. Aquí no hay trato ni truco, sino intención de ganarse unas monedillas o dulces a cambio de hacer pasar un buen momento al vecindario.



Indudablemente que en una y otra fiesta los niños irradian risas, alegría; pero adentrándonos en el trasfondo de Halloween y Nochebuena,  ¿qué representan los niños cuando llaman a la puerta? La noche del 31 de octubre es –disfraces, jolgorio y operación comercial a gran escala a un lado- ¿“disfrutar” que la muerte es el final de la vida? Triste paradoja. Sin embargo, la noche del 24 de diciembre no representa tristeza, tiniebla, malos semblantes; significa luz, esperanza, porque precisamente lo que se celebra es que nos nace Jesús, vencedor de la muerte. Esta es la esperanza cristiana.


Precisamente anoche me llegó un WhatsApp de una amiga y vecina tomellosera. La parte superior de la imagen  tenía una calabaza de Halloween, encerrada en un círculo  con una raya transversal roja. A continuación un mensaje: “Yo no celebro Halloween”. Debajo otra imagen representando el sepulcro abierto donde fue enterrado Cristo, y una vista de luz resplandeciente. Y la explicación: “ porque mi Dios es Dios de vida y no de muerte”. Es una manera muy gráfica de expresar el sentido de una fiesta y otra. Diría más: un modo de cómo afrontamos la vida y la muerte. Podríamos reducirlo todo a esta pregunta: ¿Reir en Halloween o gozar en el Cielo?


Posiblemente Guy Fawkes tenía el pleno convencimiento de que si delataba a sus veleidosos compañeros católicos –no estoy haciendo apología de terrorismo- salvaría la vida. No se veía formando parte activa del complot para terminar con la vida de James I. Y sin embargo, la perdió, no tuvieron piedad de él los que recibieron el chivatazo. De alguna manera este es el mensaje de Halloween. Ríe, diviértete, transmite a los niños y jóvenes que se puede pensar en  la muerte con el disfrute de la vida; pero no servirá para nada.  

Halloween es un truco. El 31 de octubre es la fecha elegida. Hay un trato mejor que comienza el 24 de diciembre. Ésta sí que es la fiesta grande. La de la alegría y la esperanza. Hoy, 1 de noviembre, fiesta de Todos los Santos, mira a qué niños quieres recibir en tu casa. Decide si quieres el truco o el trato. 

Intención mensual del Papa Francisco, con un tema muy candente.





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