domingo, 30 de septiembre de 2018

Andanzas tomelloseras (IV): escaparates




Una de las costumbres que tengo al llegar a mi pueblo es andar con independencia del lugar al que valla dentro del casco urbano. Cualquier recado doméstico, dar una vuelta por mi casa, hacer una gestión administrativa o acudir a la cita con algún amigo siempre la hago andando. Así se aprovecha ocasión para pararme con gente conocida a saludarla y departir unos minutos con quien no tendrías posibilidad de hacerlo si fuera en coche. De paso da más tiempo para fijarme en detalles. Las notas informativas en los escaparates dan para mucho.


Del primer detalle curioso que voy a dar cuenta no es de agosto sino de la pasada Semana Santa. En una céntrica farmacia me percaté del horario que tenían. Hasta ahora conocía que hay horarios de verano y de invierno. Es propio en bancos, iglesias, tiendas, oficinas… Pero el detalle estaba que en esta farmacia había ¡horario de primavera! Ya es hilar fino, me dije. Y así es. Invito a que si alguien ha visto alguna vez un horario que no corresponda con verano o invierno, me lo diga. Le estaré agradecido. Suelo ser observador, no lo pongo en duda –por no decir otra palabra al uso tomellosero-, me gusta fijarme bien por donde ando, y ya habré recorrido unas cuantas calles a lo largo de mi vida; y puedo asegurar  que la primera vez que he visto un horario de primavera ha sido en Tomelloso. ¿Diferencia con el horario de verano o invierno? No lo sé. No me paré a echar cuentas. El farmacéutico sí lo tenía claro.

Un segundo escaparate curioso. También en una céntrica calle del pueblo, peatonal ésta, que va a desembocar a la calle Don Víctor. Terminaba de desayunar con mi familia en una terraza, y me doy cuenta que enfrente hay una tienda que informa del motivo por el que no abre. La nota dice así: “cerrado por accidente”.  Hay notas informativas más genéricas, como la de “cerrado por asunto familiar”; pero en este establecimiento comercial precisaron más, así quedaba claro para clientes y transeúntes que un accidente era el motivo de tener cerrado. Recordé un bar cerca de mi vivienda en Madrid donde hace años se puso el cartel de “cerrado temporalmente por descanso del personal”, y lo que anticipaba más bien era el cierre del negocio, porque el cartel sigue siendo el mismo y el bar no se ha vuelto a abrir.  La diferencia es curiosamente significativa. Y es que estamos hablando de Tomelloso.

En los escaparates de tiendas y bares es fácil encontrar notas demandando personal para trabajar. Es una manera antigua y directa  para que una persona que le interese se de por enterada. Ni oficina de desempleo ni “itts”, así, de la manera tradicional se demanda personal para cubrir un puesto. Sin embargo, el establecimiento al que voy a referirme, situado en la calle Independencia,  no anunciaban estar interesados en contratar a personal, el interés de la nota era otro a tenor de lo que indicaba el cartel: “se necesitan clientes”. Yo creo que se debía más al sentido del humor de quien regenta el negocio que de una llamada desesperada ante la situación económica. Me parece una demanda tan lógica como sincera. Daba la impresión que no llevaba mucho tiempo abierta la susodicha tienda. Pero no me digáis que no es llamativo y gracioso el requerimiento. Nada hay de incompatible entre rigor profesional y sentido del humor.

Hasta aquí estos detalles ocurrentes que a mi modo de ver muestra la peculiaridad de los tomelloseros. Es lo que tiene caminar con la tranquilidad que da hacerlo por un pueblo donde hay mucho que curiosear. Y, como en este caso, contarlo.

Seguimos tomelloseando, en esta ocasión con vistas en blanco y negro. Nostalgia, la justa ¿eh?


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