Una
de las costumbres que tengo al llegar a mi pueblo es andar con independencia
del lugar al que valla dentro del casco urbano. Cualquier recado doméstico, dar
una vuelta por mi casa, hacer una gestión administrativa o acudir a la cita con
algún amigo siempre la hago andando. Así se aprovecha ocasión para pararme con
gente conocida a saludarla y departir unos minutos con quien no tendrías
posibilidad de hacerlo si fuera en coche. De paso da más tiempo para fijarme en
detalles. Las notas informativas en los escaparates dan para mucho.
Del
primer detalle curioso que voy a dar cuenta no es de agosto sino de la pasada Semana
Santa. En una céntrica farmacia me percaté del horario que tenían. Hasta ahora
conocía que hay horarios de verano y de invierno. Es propio en bancos,
iglesias, tiendas, oficinas… Pero el detalle estaba que en esta farmacia había ¡horario
de primavera! Ya es hilar fino, me dije. Y así es. Invito a que si alguien ha
visto alguna vez un horario que no corresponda con verano o invierno, me lo
diga. Le estaré agradecido. Suelo ser observador, no lo pongo en duda –por no
decir otra palabra al uso tomellosero-, me gusta fijarme bien por donde ando, y
ya habré recorrido unas cuantas calles a lo largo de mi vida; y puedo asegurar que la primera vez que he visto un horario de
primavera ha sido en Tomelloso. ¿Diferencia con el horario de verano o
invierno? No lo sé. No me paré a echar cuentas. El farmacéutico sí lo tenía
claro.
Un
segundo escaparate curioso. También en una céntrica calle del pueblo, peatonal
ésta, que va a desembocar a la calle Don Víctor. Terminaba de desayunar con mi
familia en una terraza, y me doy cuenta que enfrente hay una tienda que informa
del motivo por el que no abre. La nota dice así: “cerrado por accidente”. Hay notas informativas más genéricas, como la
de “cerrado por asunto familiar”; pero en este establecimiento comercial
precisaron más, así quedaba claro para clientes y transeúntes que un accidente
era el motivo de tener cerrado. Recordé un bar cerca de mi vivienda
en Madrid donde hace años se puso el cartel de “cerrado temporalmente por
descanso del personal”, y lo que anticipaba más bien era el cierre del negocio,
porque el cartel sigue siendo el mismo y el bar no se ha vuelto a abrir. La diferencia es curiosamente significativa.
Y es que estamos hablando de Tomelloso.
En
los escaparates de tiendas y bares es fácil encontrar notas demandando personal
para trabajar. Es una manera antigua y directa
para que una persona que le interese se de por enterada. Ni oficina de
desempleo ni “itts”, así, de la manera tradicional se demanda personal para
cubrir un puesto. Sin embargo, el establecimiento al que voy a referirme,
situado en la calle Independencia, no
anunciaban estar interesados en contratar a personal, el interés de la nota era
otro a tenor de lo que indicaba el cartel: “se necesitan clientes”. Yo creo que
se debía más al sentido del humor de quien regenta el negocio que de una
llamada desesperada ante la situación económica. Me parece una demanda tan
lógica como sincera. Daba la impresión que no llevaba mucho tiempo abierta la
susodicha tienda. Pero no me digáis que no es llamativo y gracioso el
requerimiento. Nada hay de incompatible entre rigor profesional y sentido del
humor.
Hasta
aquí estos detalles ocurrentes que a mi modo de ver muestra la peculiaridad de
los tomelloseros. Es lo que tiene caminar con la tranquilidad que da hacerlo
por un pueblo donde hay mucho que curiosear. Y, como en este caso, contarlo.
Seguimos tomelloseando, en esta ocasión con vistas en blanco y negro. Nostalgia, la justa ¿eh?
Seguimos tomelloseando, en esta ocasión con vistas en blanco y negro. Nostalgia, la justa ¿eh?