“La Nochebuena de 1936 la pasaron juntos Pedro Cuesta, José Antonio Martínez e Ismael… Cantaron villancicos hasta agotar el repertorio; meditaron y hablaron de aquel Niño hecho hombre por amor a los hombres y tan desconocido y perseguido por los hombres, que hasta mataban a sus fieles seguidores” (1). Y bien que vivió Ismael estas trágicas experiencias. El 16 de agosto de 1936 don Vicente Borrell Dolz (en la foto), párroco de la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, sacerdote que le administró el bautismo, era asesinado en la tapia del cementerio municipal. Pocos días después, el 6 de septiembre de 1936, era don Bernabé Huertas Molina, consiliario de Acción Católica en Tomelloso y director espiritual del joven paisano, quien caía abatido en una cuneta fuera del término municipal tomellosero. Los dos morían mártires por odio a la fe.
A pesar de las circunstancias trágicas padecidas, el ánimo de Ismael y sus más
cercanos amigos en esta Navidad era elevado, gracias a ese sentido filial que hace
sentir la proximidad de Dios a pesar de sufrir tan graves adversidades: “La tarde de Navidad, escribe Pedro, la
pasamos juntos, hicimos una meditación y posteriormente versó la conversación
del resto de la tarde sobre las innumerables gracias que habíamos de dar a Dios
por habernos permitido reunirnos para celebrar la conmemoración de ese día en
circunstancias tan peligrosas” (2).
No sé si has caído en la cuenta de las
fiestas que se celebran días después de la Natividad del Señor. El día 26 se
recuerda la memoria de San Esteban, primer mártir de toda la historia católica,
y el 28 los Santos Inocentes de Belén y alrededores, aquellos infantes de dos
años para abajo, que murieron en la persecución de Herodes para matar al Mesías.
No es decisión caprichosa o malintencionada para quitar euforia a tan
significativas fiestas; la Iglesia más bien nos quiere recordar que la adhesión
al Salvador origina a muchos cristianos caer entre las tinieblas del mundo. Y
así lo advirtió Jesús a sus discípulos: “Acordaros de la palabra que os dije: No es el siervo más que su señor. Si a mí me
persiguieron también a vosotros os perseguirán” (Jn. 15, 20).
Estos días repaso los boletines de
septiembre-noviembre de 2017 y diciembre-marzo de 2018 de la revista Ayuda a laIglesia Necesitada. Leo con mucha expectación la reciente experiencia de Rebeca,
una joven nigeriana de 24 años, que ha sobrevivido a dos años de torturas
infringidas por los terroristas de Boko Haram. Estaba embarazada de su tercer
hijo cuando tuvo que huir de su casa en Baga, y le perdió en el campo de
entrenamiento terrorista. La obligaban a ponerse de rodillas y recitar el Corán
cinco veces al día, la forzaban a reza el tasbih (rosario musulmán); pero
Rebeca no renunció a su fe en Jesucristo. Se resistió a ser esclava sexual, lo
que le costó perder a otro hijo, Jonatan, quien fue arrebatado y lanzado al
lago Chad donde pereció ahogado. Cuando ya le faltaron fuerzas fue violada y se
quedó embarazada de un terrorista. Estando confinada se enteró de que su hijo
mayor había sido asesinado. De su esposo no tenía noticias desde que se
separaron para huir de su casa. Un día pudo escapar, salió corriendo con su
hijo recién nacido, perdida y desorientada pudo llegar a un pueblo donde se reencontró
con Bitrus, su marido, quien aceptó al nuevo hijo de Rebeca. Actualmente viven
en un campo de desplazados en Maiduguri junto a otras veinticinco familias. Su
testimonio dice tanto como sus sufrimientos pasados: “Ni un solo día me he apartado del amor de Dios. Siempre ha estado
conmigo. No pudieron separarme de mi fe, a pesar de la violencia ejercida
contra mí por no convertirme al Islam”.
No menos impresionante es el testimonio de los
cristianos residentes en las poblaciones de la Llanura de Nínive. Hace tres
años tuvieron que abandonar sus hogares para no ser víctimas de las masacres
perpetradas por los terroristas de Daesh. Alrededor de 120.000 cristianos. La
barbarie yihadista ha sido peor de lo esperado: 13.088 casas afectadas, 3.557
quemadas, 1.234 totalmente destrozadas y 8.297 parcialmente dañadas, así como
363 iglesias y propiedades eclesiales destruidas, altares destrozados, imágenes
descabezadas, tumbas profanadas y un elenco incontable de atrocidades sufridas
por estas pobres gentes, que no odian, que no buscan represalias, que no se manifiestan ante organismos internacionales para exigir justicia; tan solo desean olvidar y afrontar el reto de restablecer sus vidas en esas pequeñas poblaciones que les vio nacer.
Maryam Waleed es una niña cristiana refugiada
que adquirió un gran protagonismo en redes sociales gracias a un video subido a
You tube, donde expresaba el perdón hacia los terroristas musulmanes, a pesar
de haber tenido que abandonar su tierra junto a su familia para evitar las
siniestras represalias de los sanguinarios perseguidores de cristianos de su
misma raza. Vencidos éstos, ahora Maryam quiere volver a casa: “La echo de menos. Si pudiera volvería
mañana. Alguna vez lloro porque ya no estamos allí. Pero no estoy enfadada con
Dios. Le rezo para que nos lleve de vuelta a casa y así seamos felices. Le
estoy agradecida porque Él nos provee, también cuando estamos sufriendo”.
Cuando me pongo a pensar en la tranquilidad
de una Nochebuena pasada al sosiego de un piso bien acondicionado, en compañía
de mi esposa, hijas y hermano, con la cercanía de la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, tantas horas abierta a lo largo del día para tener ocasión
de asistir a Misa y acompañar a Jesús en el Sagrario, o cuando pienso a falta
de pocas horas para despedir el año que termina y dar paso al que llega,
rodeado de mi esposa, hijas, cuñados y sobrinos, teniendo también cercano al
Señor por la proximidad de una iglesia, y me comparo a mis hermanos cristianos
perseguidos por la fe en tantas partes del mundo, reconozco mi ingratitud ante
Dios por todo lo que me da, y el olvido de recordar a tantos y tantos
cristianos que se juegan la vida por su fe; como esas seis víctimas civiles y un oficial de policía muertos en atentado contra una iglesia copta en el sur de Egipto hace un par de días, o el de la treintena de fieles asesinados días antes por otro atentado perpetrado en El
Cairo, reivindicado por el Estado Islámico.
A todos los que con su vida han dado este año testimonio de su fe, mi más profunda admiración por su aptitud heroica y
ejemplar. Sirva este último post del año que publico para recordarles y admirarles. No hace falta rezar por ellos porque con su martirio ya son santos que gozan en el Cielo. Son más bien ellos los que deben pedir por nosotros, para que en cada momento y circunstancia de nuestra sepamos servir al Señor con la correspondencia que nos pida.
Termina el año 2017. El 1 de mayo comenzó la
celebración del Centenario del nacimiento del Siervo de Dios Ismael de Tomelloso. No fue perseguido. No fue martirizado. Tuvo que abandonar su pueblo
para cumplir con los deberes propios de un joven que fue movilizado a filas por
el ejército de la República. Murió de una enfermedad que le destrozó los
pulmones en la cama de un hospital, el de Zaragoza, hecho prisionero por el
ejército del bando nacional. No quiso tener preferencias a pesar de haberlas
podido obtener fácilmente. Ofreció su juventud, su vida por Dios, por España y por las almas, de tantas almas que no quieren a Dios, que le persiguen sin saber que Él no pierde jamás batallas: porque el Amor siempre vence.
Probablemente el Señor no nos pida a ti y a
mí un suplicio como el sufrido por Ismael, pero quédate con esta frase que un
día el Espíritu Santo quiso poner en su boca: “Cuántos serían santos si en su camino se encontraran otros santos”.
La vida ordinaria donde cada uno tenemos asentado diariamente nuestra
existencia, es el terreno donde Dios quiere que le seamos fieles. Puede ser un
buen propósito para el año que va a comenzar. Fidelidad a la fe que profesamos, como fiel fue Ismael, Rebeca y tantos cristianos anónimos. Pero ejemplares.
Cuelgo otro vídeo de los chicos de Tajamar con Los Secretos. Cumplen 40 años y lo han celebrado con el Coro de Tajamar, readaptando el éxito Pero a tu lado,. Vale la pena escucharla. Y no olvides que seguimos celebrando la Navidad, la mejor noticia: DIOS HA NACIDO.