Me quedo con ganas de haberle conocido personalmente. Dos de sus hijas eran compañeras de mis hijas en el colegio Senara. Al menos en una ocasión mi esposa y yo recibimos charla sobre orientación familiar, tema que dominaba ampliamente y lo que es más importante: sabía transmitirlo con simpatía. En las manifestaciones siempre estaba visible, organizando y avivando el ambiente reivindicativo. Una vez diagnosticada la enfermedad, gracias a los mensajes de Whats App enviados por una de sus hijas, conocíamos por él mismo el estado en que se encontraba física, moral y espiritualmente. He admirado su entereza, el cariño y afecto hacia su mujer y sus hijos, el sentido del humor mostrado a pesar de los malos momentos pasados, y el abandono en Dios que ha vivido de un modo especial en los últimos meses.
La primera Misa que se ofreció por su alma fue en el mismo tanatorio donde fueron trasladados sus restos, presidida por el Obispo de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Pla. Más que pesar por su desaparición se respiró un ambiente alegre. Así lo percibí el pasado día 15 en la parroquia de San Alberto Magno -una de las parroquias que frecuentaba con su familia y a las que asistía a las meditaciones que se celebran los martes con el Santísimo Sacramento expuesto-, cuando asistí al funeral que se ofreció por su alma. Jamás he visto una iglesia de un barrio de Madrid tan repleta de fieles: bancos, pasillos laterales y atrio del templo llenos a rebosar de personas que queríamos estar presente para rezar por el eterno descanso de su alma. Emocionaba escuchar canciones llenas de esperanza que entonaron sus hijos con un grupo de amigos. Su madre, su esposa y sus hijos un ejemplo de calma, quietud y paz, que solamente pueden emitir quienes tienen la certeza de que la muerte es el paso hacia la Vida.
Hay un discurso del Papa Francisco que no pronunció en la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada el pasado mes de julio en Cracovia. Tenía pensado leerlo a los voluntarios para agradecer la dedicación por la ayuda y servicio prestado a los miles de peregrinos. Pero el Papa improvisó -nada extraño para quienes seguimos de cerca su pontificado-, y decidió dirigirse a los voluntarios sin el discurso previsto. En él se hacía referencia a tres actitudes de la Virgen: la escucha, la decisión y la acción; actitudes que bien pueden aplicarse a la vida de Rafa Lozano, y de las que me valgo para continuar con este post, que quiere ser más que un homenaje a un hombre entregado a la Verdad, un estímulo para los cristianos de este siglo XXI, donde el derrotismo y la comodidad nos convierten en espectadores asintomáticos del mundo. Las frases en cursiva están extraídas del citado discurso.
La primera actitud de María fue la escucha. El Señor está a la puerta y llama de muchas maneras, pone señales en nuestro camino y nos llama a leerlas con la luz del Evangelio. El Arcángel Gabriel fue el portavoz de Dios para que la Virgen conociese el plan asignado: convertirse en la madre del Salvador. El Señor puede llamar de muchas maneras para calar profundamente en el corazón del creyente y del no creyente. Con Rafa lo hizo visitando Medjugorje en el año 2006, el lugar donde tuvo "la certeza de que Cristo está vivo, de que está en tí, de que te ama". A partir de esta llamada emprendió el camino, se implicó y se fió de Dios.
Pero aún sabiendo que el Señor nos ama, que nos ha predestinado para dar fruto, es necesario tener decisión. María escucha, profundiza en su interior las palabras de Dios, pero a su vez da un paso adelante: María no tiene miedo de ir contracorriente: con el corazón firme en la escucha, decide, asumiendo todos los riesgos, pero no sola, sino con Dios. Rafa Lozano con decidido empeño asumió que no quería vivir postrado en “el sofá-felicidad” -como se refería el Santo Padre a los jóvenes en el discurso en la Vigilia de Oración el sábado 30 de julio-. Nada de cristianismo de salón. Compromiso y entrega fueron las premisas para afanarse en diversos foros con el fin de defender la doctrina de la Iglesia en materias tan atacadas e ideologizadas por la cultura de la muerte.
Y por último la acción. María se puso en camino "de prisa..." (Lc. 1,39). A pesar de las dificultades y de las críticas que pudo recibir, no se demora, no vacila, sino que va, y va "de prisa", porque en ella está la fuerza de la Palabra de Dios. Y su actuar está lleno de caridad, lleno de amor: esta es la marca de Dios. Se pone en camino para visitar a su prima Isabel, para ayudarla y manifestarle la misericordia que Dios ha tenido con ella. Sin temor a equivocarme creo que Rafa Lozano vivió la vida sin demora, aprovechando todos los momentos y circunstancias para dar testimonio de su fe y transmitir "la certeza de que Cristo está vivo, de que está en tí, de que te ama". Lo hizo sin atropellos, sin enconos contra nadie, porque su corazón albergaba esa caridad que solo Dios da a través de su palabra y los sacramentos.
Puede que a ti y a mí el Señor no nos pida conocer Medjugorje para saber lo que quiere de nosotros, ni que tengamos un activismo en la sociedad por el que se nos conozca en medios de comunicación. El Señor puede que no nos llame a tener esa madera de líder capaz de arrastrar a un gran número de cristianos para causas nobles. Pero sí que puede pedirnos ir “de prisa”, porque percibe que el talento que nos ha dado está muy guardado. ¡Y quiere que de fruto!
La vida pasa muy rápido y es preciso que nos involucremos más para convertirnos en portadores alegres del Evangelio. Estamos a tiempo: Dios nos da todavía "el tiempo favorable, el tiempo de salvación" (2 Cor. 6,2). Rafa, desde el Cielo, seguro que nos ayudará.
Quédate con esta frase: "La vida es para dejar una huella profunda, para hacer cosas importantes". La pronunció el pasado sábado el Arzobispo de Tarragona, monseñor Jaume Pujol, en la homilía de la Misa de la 26 edición de la Jornada Mariana de la Familia, en el Santuario de Torreciudad. ¿Verdad que es muy apropiada?