El mes de mayo va tocando a su fin y no debemos olvidarnos
de la Santísima Virgen. La devoción a la Virgen data de los primeros tiempos del cristianismo. En las catacumbas de Priscila, de San Pedro
y San Marcelino, finales del siglo II, se hayan pinturas relacionadas con la
veneración a la Virgen, dentro del culto dado a Jesucristo. San Epifanio, en el
siglo IV, expresa muy bien, el sentir de los cristianos hacia la Madre de Jesús:
“¡Sea honrada María! ¡Sea adorado el Señor!”.
Numerosos papas han hecho referencia en sus pontificados a
mayo como el mes por excelencia para recordar y tratar más y mejor a María. El
beato Pablo VI dedicó la encíclica Mense Mayo para referirse a la piedad a Nuestra Señora en este mes del
año. San Juan Pablo II, en audiencia general de 2 de mayo de 1979 decía: “El mes de mayo nos estimula a pensar y a
hablar de modo particular de Ella. En efecto, este es su mes. Así pues, el
periodo del año litúrgico (Resurrección), y el corriente mes llaman e invitan
nuestros corazones a abrirse de manera singular a María”.
Seguramente te lo habrás planteado en alguna ocasión: ¿por
qué este mes elegido para guardar esta especial devoción a María? Hay
estudiosos del tema que sostienen que la elección de este mes esta extraída de
la cultura pagana. Mayo proviene de Maia, el nombre que se daba a la diosa de
la primavera. En este mes se rendía culto a Artemisa, en Grecia, y a Flora, en
Roma, las dos diosas de la fecundidad.
Y es que a veces se tacha a la Iglesia de poca originalidad
por convertir fiestas paganas en celebraciones cristianas, como puede ocurrir
con las fechas de Navidad y la de Todos los
Santos. Pero esto no debe movernos a asentir resignadamente frente a
aquellos que sostienen estos argumentos. Todo lo contrario. Los cristianos
debemos sazonar cada momento y circunstancia de nuestra vida con esa sal que da
sabor sobrenatural nuestras actividades cotidianas. El trabajo, el estudio, la
familia, las relaciones sociales, políticas, culturales, económicas; todas,
cualquiera de ellas, deben estar impregnadas de ese sabor sobrenatural. La
Virgen María pasó la mayor parte de su vida en la tierra realizando actividades
propias de cualquier mujer, esposa y madre de su época. La más mínima acción
que salga de nosotros, hecha con amor de Dios, se convierte en fruto que
repercute en el mundo y en la Iglesia. Lo terrenal podemos convertirlo en sobrenatural. Esta puede ser la respuesta a esa aparente intromisión de la Iglesia en la cultura pagana.
Y a propósito de la Iglesia. Este mes de mayo pasará a la
historia como el primero en que se celebra oficialmente la fiesta de María, Madre de la Iglesia. El 3 de marzo el Papa Francisco firmó el decreto, que así comienza: “La gozosa veneración
otorgada a la Madre de Dios por la Iglesia en los tiempos actuales, a la luz de
la reflexión sobre el misterio de Cristo y su naturaleza propia, no podía
olvidar la figura de aquella Mujer (Gál. 4,4), la Virgen María, que es Madre de
Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia”. El primer lunes después de
Pentecostés será obligatoria la Memoria de María, Madre de la Iglesia.
Por el titulo de este video que te invito a ver puede parecer que no tiene mucha enjundia. O puede que sí... A lo mejor -y ese es mi deseo- te dice algo.