“¡Madre mía del Pilar, sálvame!”. Encomendándose a la maternal intercesión de la Virgen, Ismael Molinero Novillo, conocido por Ismael de Tomelloso, murió el 5 de mayo de 1928, a la edad de 21 años, en el Hospital Clínico de Zaragoza, prisionero por el ejército nacional en la batalla de Alfambra. No apretó el gatillo para disparar una sola bala, cuando entró en combate tiró el fusil, se quedó de pie, apretó entre sus manos una medalla de la Milagrosa que llevaba cosida al chaleco y comenzó a rezar hasta que tuvo que entregarse a la voz de ¡manos arriba!
“¡La Santísima Virgen del Pilar! -le
decía al capellán del campo de prisioneros en San Juan de Mozarrifar-. ¡Dos meses en la España de Franco, en la
España de la Virgen sin besar el santo Pilar!. Es horrible. Hábleme del Pilar,
ya que no puedo ir yo, visítela en mi nombre…”.
Presagiando
el final de su vida, en el Hospital Clínico de Zaragoza le confesaba a José
Ballesteros, estudiante de filosofía y sacerdote años más tarde a quien conoció en
1935 en el Seminario de Ciudad Real, en los únicos Ejercicios Espirituales que hizo en
su vida: “Estoy seguro que la Santísima Virgen
del Pilar a quien amo con todas las ansias de mi corazón, me ayudará a
presentarme ante el Tribunal de su Hijo y por eso nada temo”. Hasta aquí las referencias a la Virgen del Pilar que conocemos de Ismael de Tomelloso, recogidas en la biografía que lleva por título "In silentio" (Blas Camacho Zancada, tercera edición).
La fe de Ismael de Tomelloso despertó a la edad de diecisiete años en una España convulsa, crispada política y socialmente, abocada a una contienda civil que originó una trágica guerra entre españoles. No murió mártir, pero afrontó calladamente, sin quejas ni lamentos, la enfermedad hasta el último suspiro de vida “porque quería sufrir por Dios, por las almas y por España”.
Este año se celebra el centenario de su nacimiento. Nació doce días antes de la primera aparición de la Virgen en Fátima. Año importante. El último acto organizado por la Asociación para la Causa de Beatificación y Canonización ha sido en Madrid, del 21 al 27 de septiembre, en el salón de actos de la Basílica de la Milagrosa, con una exposición sobre su vida, clausurada por el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro. La Positio está actualmente en la Comisión Teologal, a la espera de que se aprueben las virtudes heroicas y pueda ser declarado Venerable. Si visitas la página web tendrás información mucho más detallada sobre este muchacho cuya devoción traspasa fronteras regionales y nacionales.
Posiblemente
estemos viviendo en España el periodo más inestable desde que terminó la guerra
civil, debido a la situación generada en Cataluña. Hay una fragmentación
ostensible en la sociedad entre partidarios de la independencia y de la unidad
de España, especialmente en la catalana, que afecta también a obispos,
sacerdotes y cristianos. Los seguidores de Cristo erraríamos si el
posicionamiento a favor o en contra de esta proclama condujese a levantar odios
y rencores. Serían malas consecuencias para la fe que compartimos y para la
sociedad en la que convivimos.
No sé, ni tampoco me interesa saberlo, cual es tu posicionamiento al respecto. Solamente quiero proponerte a Ismael como intercesor y modelo para afrontar esta trascendental situación que vivimos en España. También a él se le hizo incontenible la rabia por cuanto acaecía en su pueblo, hasta el punto de disponer su padre su marcha con un tío suyo a un caserío, después de ser amenazado por los milicianos. Pero superó la semilla del odio que provocan estas situaciones dramáticas y violentas, gracias a Dios. El testimonio de un cristiano, y más en ambientes crispados como el que padecemos, debe ser siempre el que proviene de un corazón enamorado de Jesucristo. Por supuesto que no debemos mantenernos impertérritos, ajenos a unos sentimientos que brotan del corazón; pero para amar no hace falta odiar, para reivindicar no es necesario descalificar, para vivir no se hace preciso destruir.
Le pedimos a la Virgen del Pilar que nos conceda un corazón joven y misericordioso como el del Siervo de Dios Ismael de Tomelloso; así queremos tenerlo para ser incansables sembradores de paz.