Es posible que te sorprendas por el tema que voy a tratar. En las fechas que estamos el tema más propicio sería el de Semana Santa. Es verdad. Pero como siempre escribo con retraso, voy a hablar de una fecha pasada, la del día 25 de marzo que se viene celebrando desde hace unos años la Jornada Mundial por la Vida, coincidiendo con la fiesta de la Anunciación. Justo nueve meses antes de Navidad, la Iglesia propone un “parón” en Cuaresma, para recapacitar sobre la visita del Arcángel San Gabriel anunciando a María que va a concebir a Jesús, al Hijo de Dios. La Virgen tuvo que alegrarse por partida doble: por ser madre y por llevar en su seno al Salvador.
Tristemente en nuestro mundo hay
muchos millones de mujeres que no se han alegrado, ni se alegran ni se alegrarán cuando descubren que están
embarazadas. Promiscuidad, presiones familiares, miedos a perder la pareja,
cuestiones laborales y económicas, son principales causas para que el seno
materno se convierta en lugar oscuro de muerte. El aborto puede considerarse
que se ha convertido en un anticonceptivo más, utilizado en determinadas
situaciones para cortar para siempre una vida iniciada.
El uso ideológico por
determinados partidos políticos, y las legislaciones permisivas de gobiernos de
diferentes países, ha conducido a que millones de seres humanos no hayan podido
nacer con argumentos tan poco convincentes como incongruentes. Si quieres conocerlas, aquí están expuestas.
Incongruente es que el aborto se considere un logro progresista alcanzado por la mujer en el
“mundo libre” e impulsado por Estados Unidos, a consecuencia de la revolución
de mayo del 68, para alcanzar libertad y progreso en sus formas de vida, y
equipararse al hombre dejando su condición de mujer enraizada a una familia, a
un hogar, a fin de vivir sin ataduras éticas o morales.
El aborto se implanta desde 1917 en
la Rusia bolchevique para incorporar a la mujer al proceso de
industrialización. Ser madre era una ocupación nula para el proceso de
industrialización que quiso emprenderse. Con la práctica de abortos, las
mujeres se convertían en elementos productivos a costa de eliminar vidas. Este
mismo proceso fue aplicado en China con los mismos fines rusos, y para frenar
la superpoblación.
A finales de la Segunda Guerra Mundial Japón también sufre el aborto instaurado por Estados Unidos –que hasta comienzos de los años 70 no será despenalizado en este país-. La sociedad japonesa de profundas raíces culturales y familiares, se rompe para que la mujer se implique en el proceso de reconstrucción nacional.
Incongruente es que en España el
aborto se considere un derecho, permitiendo abortar sin límites en los casos de
riesgo para la salud de la madre, malformación del feto y de violación, cuando el aborto es un delito regulado en el Código
Penal, Título VIII (Delito contra las personas). Que un delito se convierta en
derecho, reformando para ello el Código Penal en aplicación de una ley es una de
las mayores incoherencias jurídicas y legislativas. No hay ningún delito que
dependiendo de sus circunstancias pueda convertirse en derecho. El robo, por
ejemplo, es un delito que puede atenuarse la pena si hay un estado de necesidad,
pero nunca será un derecho porque prevalece el derecho a la propiedad de
terceros.
Todas las legislaciones penales establecen con carácter general las circunstancias que implican la exención de responsabilidad penal de su autor. El aborto no es excepción. El aborto es un delito porque atenta contra la vida de un ser humano no nacido, pero ser humano que tras un periodo de desarrollo en el vientre de su madre nacerá. No está tipificado para contrarrestar derechos a la mujer, sino para proteger los del no nacido, que es el ser más indefenso en esta y en otras situaciones. Sin la reforma del Código Penal, el aborto no equivalía a condena para la mujer en cualquier caso.
Todas las legislaciones penales establecen con carácter general las circunstancias que implican la exención de responsabilidad penal de su autor. El aborto no es excepción. El aborto es un delito porque atenta contra la vida de un ser humano no nacido, pero ser humano que tras un periodo de desarrollo en el vientre de su madre nacerá. No está tipificado para contrarrestar derechos a la mujer, sino para proteger los del no nacido, que es el ser más indefenso en esta y en otras situaciones. Sin la reforma del Código Penal, el aborto no equivalía a condena para la mujer en cualquier caso.
Incongruente es
que siendo España el tercer país europeo donde más abortos se practican, por
detrás de Francia y Reino Unido, según informe del Instituto de Política Familiar (“El aborto en España.1985-2013”), se legisle una ley tan sumamente
permisiva y no se emprendan campañas para fomentar el índice de natalidad.
Durante este periodo en España se han llevado a cabo un total de 1.914.446,
equivalente a toda la población de Navarra, La Rioja y Cantabria,
incrementándose en un 140% en los últimos veinte años. El 30% de esta
generación no ha podido nacer. Según el presidente de este Instituto, Eduardo
Hertfelder, “es una de las causas claras del descenso en la natalidad
española”.
Incongruente es que el partido que hoy gobierna en España en la última campaña electoral
propugnara una reforma de la actual ley del aborto, y que alcanzado el poder y creada la reforma se
diera marcha atrás por el presidente del Gobierno, “… porque no podemos tener una ley que cuando llegue otro gobierno la
cambie”, cuando lo que se encerraba detrás de estas inauditas declaraciones
era la disensión interna dentro del partido, y el temor a perder votos en las
siguientes elecciones, lo que provocó la dimisión del Ministro de Justicia.
Incongruente es que desde hace cinco años el Tribunal Constitucional no haya resuelto el
recurso planteado por el Partido Popular sobre la inconstitucionalidad de la reforma
de la ley aprobada en 2010, lo que demuestra la politización de este Alto Órgano Judicial y el desinterés por resolver un recurso en el que está en juego muchas vidas humanas.
Incongruente es
que a pesar de los avances de la Genética y la investigación del genoma humano, haya un empeño en
falsear los datos proporcionados por la Ciencia y se sostenga la existencia de
diferencias en las primeras etapas de vida de un ser humano. Es un hecho
incuestionable que existe vida desde el primer momento de la concepción. El
cigoto –nueva célula surgida de esa unión- combina los cromosomas del óvulo y
espermatozoide, creando una realidad completamente nueva. Es solo cuestión de
tiempo el desarrollo de esa vida con sus capacidades y potencialidades propias
de una persona.
Incongruente es afirmar que dependiendo del periodo de gestación se puede proteger o quitar
la vida de una criatura por no considerarla ser humano formado todavía. Haciendo
un rápido repaso desde las primeras semanas de vida, atisbamos el perfecto
desarrollo del embrión hasta convertirse en feto: a las cinco semanas ya está en marcha el desarrollo del cerebro, de
la médula espinal y del corazón, comenzando a latir en esta semana; a las seis semanas ya han ocurrido más
de un millón de latidos, se han formado la cabeza y el pecho, se distinguen
claramente lo que serán las manos y los pies; a las seis semanas y media continúa el crecimiento rápido del
cerebro, apareciendo los hemisferios cerebrales; a las siete semanas empiezan a formarse los dedos de las manos; a las ocho semanas se endurecen los
huesos de la mandíbula y de la clavícula; a
las nueve semanas las niñas ya tienen ovarios y los niños testes, el
corazón está prácticamente formado; a
las diez semanas los riñones comienzan a producir y a liberar orina,
comienzan movimientos respiratorios intermitentes, las manos y los pies se
mueven y los embriones muestran los primeros signos de ser diestros o zurdos y
ya se tiene el 90% de las 4.500 partes del cuerpo del adulto, ya puede
denominarse feto –que significa pequeño o no nacido-; a las doce semanas comienzan a formarse las huellas dactilares
mientras que comienzan a crecer las uñas de las manos y de los pies; a las
trece semanas los labios y la nariz se han formado completamente y a las
catorce semanas el feto produce una gran cantidad de hormonas alcanzando los
brazos la longitud proporcional al cuerpo.
Incongruente es que mientras que para unos partidos políticos se considere el aborto como un derecho de la mujer a decidir sobre la vida que lleva dentro, otros consideren que el aborto es una desgracia para la mujer y para la sociedad y no adopten medidas que favorezcan el apoyo, la protección y la ayuda para aquéllos casos en los que muchas mujeres se plantean el aborto por no encontrar otra solución.
Incongruente es
que según numerosas investigaciones demuestran que aproximadamente el 20% de
las mujeres que abortan voluntariamente sufren reacciones ansiosas-depresivas,
sentimientos de vacío y dolor, síndrome llamado post-aborto, que es un
trastorno psiquiátrico que aparece en personas que han vivido un episodio
dramático en su vida, y se facilite que para evitar una enfermedad psíquica de la
mujer, se posibilite una más perjudicial para su estabilidad emocional. Cabe
reseñar, que muchas mujeres con embarazos indeseados superan cualquier trauma
una vez que deciden dar a luz a sus bebés. Mientras que el síndrome post-aborto
conduce inexorablemente a un estado emocional traumático persistente.
Incongruente,
es que desde el
momento de la concepción el embrión no es un amasijo de células ni un ser
indeterminado; es una vida humana. Por tanto, ante cualquier contingencia
experimentada por la mujer, por dolorosa y traumática que sea, practicar un
aborto es terminar con la vida de un ser humano inocente. Los estados deben
garantizar no solamente su protección, sino fomentar campañas de ayuda a
aquéllas mujeres en riesgo de tomar estas determinaciones por sus lamentables
experiencias personales. Y si se trata de una vida con importantes taras
físicas y psíquicas, la medicina no está para erradicar las enfermedades a
costa de dar por terminada una vida en sus primeros comienzos; su misión es
aportar el máximo de sus conocimientos para hacer llevadera una enfermedad.
La Iglesia Católica siempre se ha
posicionado a favor de la defensa y promoción de la vida humana. Por dejar dos
muestras debo referirme a dos Papas, uno ya en los altares, el Papa Juan Pablo
II, y otro en pleno ejercicio de su pontificado, el Papa Francisco. San Juan Pablo II fue un defensor a ultranza de la vida, recordando reiteradas veces los
derechos inalienables de los no nacidos. Así se refleja en la Encíclica EvangeliumVitae, publicada el 25 de marzo de 1995, que trata sobre el valor y el carácter
inviolable de la vida humana.
A lo largo del pontificado del Papa Francisco en
diversas ocasiones ha manifestado el derecho a la vida del no nacido, en clara
disconformidad con esa “cultura del descarte” en la que ancianos, enfermos,
discapacitados y todas cuantas personas nacidas o no aporten actividad a la
sociedad, tienen que ser descartados del modo y manera que la autoridad pública
adopte más adecuado.
A finales del pasado año el Romano Pontífice recibió a la Asociación de médicos católicos italianos, con motivo del 70 aniversario de su fundación, y les dijo que "no existe una vida humana más sagrada que otra", hizo un llamamiento a superar la "falsa compasión" que la sociedad impone también a los médicos, "la que considera una ayuda para la mujer favorecer el aborto, un acto de dignidad facilitar la eutanasia, una conquista científica ´producir´un hijo considerado como un derecho en lugar de acogerlo como un don" para ejercitar, en cambio, una opción a favor del "Evangelio de la vida".