martes, 22 de enero de 2013

¿Quieres ser otro Rey Mago?

Cuando leas este post las fiestas navideñas habrán quedado atrás. El belén y el árbol ya estarán guardados para dentro de once meses; tu organismo ya habrá metabolizado los excesos gastronómicos; el acicalamiento amiga mía con  que te preparaste para recibir el nuevo año tendrá una inmediata continuidad, tal vez, en fechas próximas; ya es un hecho real poder disfrutar de los regalos de los Reyes Magos, después de que en la noche del día 5 de enero te acostaras esperando levantarte para descubrirlos… Sí, ya sé que esta nueva entrada llega un poco pasada de fecha, pero ya que has leído este párrafo engánchate a los que quedan, sin  mirar dónde está el final. Gracias.

Si me has seguido en los últimos posts posiblemente pensarás que debería tomarme un descanso en esto de escribir. Meter en la última entrada a un extraterrestre para explicar el misterio del Nacimiento de Cristo y ahora invitarte a ser un rey mago puede dar qué pensar. Acepto las reticencias. Pero como estamos a principios del nuevo año, y siempre se tienen renovados propósitos e intenciones  te ofrezco este reto por si te interesa.

Antes de entrar en pormenores conviene citar un libro al que ya me referí en el primer post navideño: La infancia de Jesús, de Benedicto XVI. A diferencia del buey y la mula, estos personajes sí se recogen en el Evangelio, concretamente en el de san Mateo. La principal salvedad que matiza el Papa es que el evangelista se refiere a magos, y no a reyes. La tradición ha recogido lo profetizado por Isaías y en el Salmo 72.10 para asociar la realeza de los Magos. El término por el que se les llama magos podría estar relacionado por ser estudiosos de la astronomía, o por ser personas sabias, eruditas. Pero tampoco quiero que le des excesiva importancia. El afán de este post no es ilustrarte, sino aleccionarte. Quedas advertido.

Si Melchor, Gaspar y Baltasar hubieran estado postrados en sus palacios  preocupados únicamente de sus haciendas y afanes terrenales, la ilusión de millones de niños en el mundo, y la tuya y la mía, -sé que esta fiesta te llena de especial ilusión- no estaría marcada  en el calendario. De haberse aferrado al modo de vida contemporáneo, se habrían anclado en una vida sujeta –¡y vaya si bien sujeta!- al bienestar, sin importarles buscar otros alicientes en la vida más sacrificados, sí, pero mejor recompensados. Encontraron en el firmamento la estrella, pero ellos tuvieron que ponerse en camino. No encuentro, por otro lado, ningún objetivo que no cueste conseguirlo. Da un repaso a tu vida, reconoce lo que tienes y verás que has apelado casi siempre al sacrificio para alcanzarlo. Las vidas de nuestros personajes ilusionantes cambiaron, regresaron a sus tierras, a sus haciendas con sus familias, con la satisfacción propia de ver cumplido un propósito y lo que es más importante: encontraron a Dios. Benedicto XVI reflexiona de esta manera sobre ellos en el libro citado: “Representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro de Cristo.” Encontrarse con Cristo. En el siglo  XXI, en un mundo tan del que formamos parte tan interrelacionado, donde buscamos amistades en campos desconocidos hasta no hace muchos años como son las redes sociales, Dios sigue queriendo encontrarse contigo. ¿Qué te parece?
Y ahora viene la proposición. No hace falta que dejes volar la imaginación y te pongas en situación de lugar hace dos mil y algunos años. Olvídate de camellos, pajes y desiertos. Basta tener una cierta inquietud –similar a la de los Magos- para plantearte la vida un poco más arriba de tus cejas. Pregúntate si el trono en el que reinas no está demasiado enclaustrado en ti mismo, si te consideras un rey insaciable por aumentar haciendas y vasallos a tu servicio. Porque si te ves no del todo contento con tu reinado a lo mejor necesitas imitar a los tres Reyes de Oriente. Si es así, no hace falta hacer un viaje a Tierra Santa para visitar los Santos Lugares y vivir con conciencia sobrenatural una experiencia a recordar. Sería fantástico pero no imprescindible. Te sugiero un lugar más cercano. Seguramente estará muy próximo a tu casa, al centro de trabajo, a la facultad o al mercado del barrio. ¿Te doy una pista? Con muchas probabilidades has estado en su interior al menos una vez: cuando te bautizaron. Ya lo sabes ¿no?: una iglesia. No entres con recelo si nos eres persona practicante, olvídate de tus experiencias pasadas si no han sido de tu agrado; una vez que estés dentro fíjate en una lamparita encendida. Los Reyes Magos tuvieron la referencia de otra luz, la estrella, para descubrir donde se encontraba el Niño Dios. Tú tienes la referencia de la lámpara encendida para conocer que al lado hay una urna donde se encuentra el mismo Dios. Es llamativo, sí, que la Omnipotencia de Dios se encuentre en una urna. También les resultaría chocante a nuestros personajes hallar a Jesús en un pesebre junto a unos padres tan sencillos como María y José. Pero creyeron por la fe y se postraron para adorarle. Tú puedes hacer lo mismo. Ya sé que sería más espectacular encontrarte una zarza permanentemente encendida, o un continuo susurro de aire, o un espectacular juego de luces incandescentes para descubrir la presencia de Dios; pero el Señor quiso quedarse de esta manera entre nosotros. Se hizo alimento para tu alma y la mía, tan necesitada de fortaleza para no sucumbir.

Si ya estás delante del sagrario, ofrece como los Magos de Oriente el oro, incienso y la mirra que guardas en tu corazón. El oro puede ser todo lo bueno que hay en ti; sin considerarte una persona ejemplar en todos los aspectos, pero tampoco como un deshecho de miserias: Dios te quiere como eres. El incienso son tus ilusiones, los buenos propósitos concretos para este año; las metas por las  que estás en disposición de dejarte las pestañas para alcanzarlas. La mirra, -esa planta de sabor amargo pero utilizada para perfumes-, pueden ser tus tristezas, tus preocupaciones; lo que te desconsuela y te impide disfrutar de la vida como desearías. Entre ofrecimiento y ofrecimiento cuéntale lo que se te ocurra. Dile, por ejemplo, que para no ser esclavo de tus instintos y soberbias quieres tenerlo como Amo; sí, como Amo –así gustaba llamarle el Siervo de Dios Ismael de Tomelloso, cuando le visitaba antes de comenzar su actividad laboral- para ser más libre; y no es un contrasentido: nos llenamos de grandeza cuando en realidad estamos sometidos a una esclavitud latente.

Con tan solo unos minutos te habrás convertido en adorador, como los Magos. Y todo ello sin tener que desplazarte kilómetros, sin abandonar tu ámbito de vida. Y cuando te despidas, dile con confianza que volverás; Él te seguirá esperando. No percibirás la sonrisa de un niño como les pudo ocurrir a los Magos, pero ten la completa seguridad de que tu compañía al Señor le habrá sido tan grata como la recibida siendo niño por sus majestades.

No sabemos en qué cambió la vida de los Magos al regresar a sus tierras. Quienes sí lo saben son aquéllos que se han convertido al pasar a una iglesia y encontrarse con Jesús en el sagrario. Después no han podido vivir sin Él. Y hay muchos casos, te lo garantizo.

Y a ti amigo mío, amiga mía, si ya practicas esta buena y sana costumbre para el alma y la mente de visitar al Señor Sacramentado habitualmente, quédate con mi nombre y cuando estés delante de Él pídele por mí. Sabes tan bien como yo que no necesitan  médico los sanos, sino los enfermos; porque Jesucristo no ha venido a llamar a justos, sino a pecadores (Mr. 2,17).

¡Feliz Año Nuevo a todos!

Y un último apunte: ¡por favor, no os perdáis el video!

jueves, 3 de enero de 2013

El Niño Dios y el extraterrestre

Puede resultarte chocante el título de este post; a mí también, no voy a esconderlo. Tal vez sea por un ápice de imaginación desmesurada, por dosis de ingenuidad infantil propiciada por estas fechas; pero se me ha ocurrido darle este título y lo plasmo tal cual. Dicho esto, no voy a dar pie a que te relajes. Te hago la pregunta que desarrollará esta entrada: ¿tú qué celebras desde el 24 de diciembre al 6 de enero? Y ahora sí, déjate llevar por la fantasía. Aprovechando esta época futurista, donde en lugar de recrearnos con la vista viendo la magnanimidad del sol, la belleza de la luna y la luminosidad de las estrellas, queremos encontrar lo que el futuro nos deparará a través de los astros, piensa, imagina, que dentro de este periodo de tiempo navideño aterriza una nave espacial con un simpático, feo, extraño y preguntón marciano, que entra en tu casa y te pide que le contestes para conocer mejor el planeta tierra la razón por la cual las calles aparecen adornadas con luces llamativas –y en algunas ciudades, de dudoso gusto-, el sentido de ver abetos curiosamente decorados en tiendas y escaparates, el desenfreno de gente entrando y saliendo de tiendas y centros comerciales; y la razón de que en algunos hogares y lugares públicos se vean unas figuritas que representan a un niño recién nacido, con su padre y su madre mirándolo con semblante sereno y recogido.

¿Qué le contestarías? Estoy seguro que si vas paseando con este supuesto extraterrestre y pasas cerca de una hamburguesería con un bullicio de niños comiendo tarta le dirás que están celebrando un cumpleaños. Si en lugar de aterrizar el inesperado visitante en estas fechas lo hace en los meses estivales cerca de un restaurante, y observa a un chico con un traje oscuro muy bien vestido y a una chica con un vestido blanco largo preciosa ella y precioso el vestido, le explicarás que son una pareja de novios que se han casado. Y si, por poner otro ejemplo, allá por el mes de mayo o junio se posa una noche en una plaza, y se encuentra a jóvenes y no tan jóvenes con iguales camisetas saltando, brincando y repitiendo a voz en grito “¡¡¡campeooones, campeooones, oeeé, oeeé, oeeé!!!” tendrás que decirle que celebran el triunfo importante y trascendental de su querido equipo de fútbol. Cualquier hijo de vecino dará fácilmente las oportunas referencias al extraterrestre para encontrar el sentido de estas celebraciones. Vale. Pero, volviendo a la pregunta concreta ¿qué estarías dispuestos a contestar al marcianito respecto al sentimiento de estas fechas navideñas? ¿Tienes, -tengo, tenemos los cristianos- las ideas claras sobre el sentido de estas fiestas? Es más: ¿tenemos sólida convicción de que en las fiestas navideñas celebramos el nacimiento del Hijo de Dios del vientre inmaculado de una joven desposada con un varón? ¿Las vivimos como si cada año en lugar de conmemorar el misterio de Dios hecho Hombre, es a nuestro corazón, a nuestra alma, a la que viene a morar? Aquí ya tengo serias dudas de que todos coincidamos. Porque puede que por no tener una firme convicción de su trascendental significado contestemos al interlocutor del espacio que Jesucristo fue un personaje histórico, que llevó una vida de entrega por los demás, que se batió el cobre con la autoridad política y religiosa de su época, y que no fueron suficientes las curaciones y milagros que hizo, la autoridad moral con la que habló a sus contemporáneos, para evitar morir crucificado, la muerte más ignominiosa con que los romanos ajusticiaban a los delincuentes. Pero nuestro hombre del espacio es inteligente, muy inteligente, y no entiende que para otros personajes históricos de los cuales se ha ilustrado convenientemente en su planeta de origen como Gandhi, Martín Luther King, Thomas Alva Edison o Alexander Fleming, que tanto han aportado a la civilización, no se reúnan las familias en el mismo día de su nacimiento para cantar canciones raras con un instrumento tan ramplón llamado pandereta, ni que la manera de computar el tiempo se haga a partir del nacimiento de este niño, y no a partir de la fecha del alumbramiento de estos célebres personajes. Hemos errado en la explicación: el extraterrestre no entiende que Jesucristo, el Niño Dios, sea un personaje histórico sin más. Nos hemos quedado solamente en su humanidad, Santísima humanidad, pero con un plano terrenal.

Esta es una perspectiva que muchos cristianos tienen del Mesias. Y así, difícilmente pueden convencer y explicar de la importancia que supone su nacimiento. No. Al pequeño extraterrestre hay que explicarle el sentido divino de nuestro recién nacido. Y decirle que la alegría transformadora de nuestras vidas se percibe con el Nacimiento de Cristo, pero que no alcanza su plenitud hasta llegado el Domingo de Resurrección. Si apreciamos a Jesús como un personaje histórico sin más estamos dejando vacío de contenido el mensaje de salvación que propugna. En otras palabras: hay que vivir con profunda devoción la Navidad, pero con la mirada puesta en el Cielo. Ahora las antenas del pequeño ser se levantan, sus ojos se agrandan ocupando casi toda la cara, y comenta ensimismado: ¡que el pequeño por el que se celebra la Navidad es inmortal! Así es. Y adquiriendo la condición humana no solo abre las puertas de la inmortalidad, que sería ya un anhelo sublime para el ser humano, sino ¡las puertas del Cielo! Dios mismo baja del Cielo para que el hombre pueda subir hasta él,  aún sabiendo que hasta el final de los tiempos recibirá indiferencia, odio y desprecio por parte de quienes no quieren reconocerle.

 En efecto, en este tiempo de descristianización conviene tener muy claro a ti y a mí que nuestra fe no se circunscribe a pensar y celebrar casi inconscientemente un acontecimiento histórico, como es el nacimiento de Cristo; sino a vivirlo con la trascendencia de recibir un mensaje. Y hablando de mensajes, el 21 de diciembre pasado Benedicto XVI lanzó el siguiente tweet -puedes encontrarlo ya en twitter por si no lo sabes- que reseño por si te sirve para reflexionar: “Nosotros no poseemos la verdad, es la Verdad quien nos posee a nosotros. Cristo, que es la Verdad, nos toma de la mano.” ¿No te parece plan atractivo para tu vida que Jesucristo te lleve de la mano, y cuando ésta se acabe te de un tirón para llevarte con Él a la eternidad? Sí, puedes decirme que te falta fe; pero te recuerdo que estamos en el Año de la Fe convocado por Benedicto XVI. A ti y a mí nos falta fe para vivir con intensidad la Verdad. Por eso tenemos que pedirle a Dios que nos la conceda, que nos la aumente, que nos la fortalezca para descubrir la cercanía de un Dios tan accesible, y emprender la preciosa labor de comunicarlo a los demás.

Y ahora el final de la fantasía. El pequeñito ser del espacio agradeció la explicación. Se subió presuroso a su nave, despegó pensativo en dirección a la Vía Láctea, se despidió de nuestro planeta percibiendo la belleza en la lejanía; fijó la vista en el Universo y pensó en la inmortalidad del ser humano, mirando a un lado y otro del espacio quiso comparar la belleza del Universo con ese encuentro del hombre en la eternidad con su Dios. Le hizo pensar. Buscó una nueva ocasión de visitar la tierra y seguir adquiriendo información. Pero se dijo que por mucho más conocimientos que obtuviera ninguno sería tan fascinante como el mensaje de la Buena Nueva.

El video al que te invito que veas en este post, tiene nota incluida que te transmito: En www.sonrisasdulces.com encontrará el spot que la empresa de Golosinas Migueláñez ha realizado con fines benéficos. Si le gusta, por favor, recomiéndelo. Hay que verlo entero. No es "lo que parece".... Cada vez que alguien entra en ese link y ve el Spot, Migueláñez donará 5 centimos de € a la Asociación Pablo Ugarte, que se dedica a recaudar fondos para varios Estudios de Investigación de cáncer infantil. El tope que se han marcado es de 1.000.000 de visualizaciones. Va por cerca de 800.000, pero se acaba el plazo el 6 de enero.