Posiblemente estés mucho más familiarizado de unos años a esta parte con la fiesta de Halloween que con la de Holywins. Son palabras difíciles de pronunciar, pero lo que nos importa más que la pronunciación es su significado. La etimología de Halloween proviene de "All hallow´s, que traducido al castellano es víspera de todos los santos. Halloween hunde su raíces en costumbres anglosajonas, heredadas de los pueblos celtas, que en los últimos años ha traspasado fronteras y, como ya es natural con otras costumbres importadas, en España está adquiriendo un relieve que afecta a la cultura, tradición y creencias. Holywins se forma por la unión de las palabras holy (santo) y win (vencer). Por tanto, significa "la santidad vence". Esta fiesta surge en el año 2002 en Paris y se está extendiendo en las parroquias españolas, a fin de contrarrestar los efectos de la propagación de la fiesta de Halloween, que es una celebración que resurge el antiguo paganismo, plagado de supersticiones ante el fenómeno inédito de la muerte.
La fiesta de Halloween es fundamentalmente infantil y juvenil. Los destinatarios son quienes menos piensan en la muerte. Holywins también tiene principales protagonistas a los niños, aunque con menos afán comercial y divulgativo. En Holywins los niños se disfrazan de ángeles, santos, religiosos, en contraposición a la de Halloween donde los chicos y chicas se disfrazan de brujas, monstruos, fantasmas, zombis y demonios, con tridente y rabo incluidos. El trasfondo de la fiesta de Holywins en las parroquias es el de hacerles ver a los niños que Dios nos ha creado para ser felices en la tierra pero que sueña con tenernos en el Cielo. Desconozco cual es el mensaje en los colegios que se da a los niños con la fiesta de Halloween. Mucha imaginación deben tener lo profesores para explicar a los alumnos el sentido de disfrazarse de brujas o diablos.
Expuestos los significados de estas fiestas, si tuvieras que elegir ¿por cual te decidirias? ¿Halloween o Holywins? ¿Disfraz de ángel? ¿Disfraz de demonio? O lo que es lo mismo: ¿piensas que la muerte es el final definitivo de tu vida? ¿O piensas que la muerte es el comienzo de otra llena de plenitud? Reflexiona: Pues el salario del pecado es la muerte; pero el don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro (Rom. 6,23). San Pablo no tenía dudas, ¿y tú? ¿Vas a dejarte influenciar por modas importadas nacidas de costumbres paganas por no conocer a Dios? Hay que tenerlo claro: solamente quien puede reconocer una gran esperanza en la muerte, puede también vivir una vida a partir de la esperanza (1). La esperanza que tuvieron tantas santos cuya fiesta se celebra hoy. Descubrieron el inmenso amor de Dios: El hombre se explica sólo si existe un Amor que supera todo aislamiento, incluso el de la muerte, en una totalidad que trascienda también el espacio y el tiempo.
La quietud interior de una persona, de un grupo, de un pueblo o de una sociedad no se consigue a base de burlas ante la trascendencia de la muerte. Por muchas piruetas que queramos tener, por muchos desplantes que seamos capaces de expresar, siempre llegará la ocasión donde habrá que afrontarla con seriedad. El sentido del rechazo ante esta experiencia siempre estará presente, incluso entre personas creyentes. Pero hay una explicación, hay un sentido, hay una esperanza: ¡Cristo! Cristo nos sostiene a través de la noche de la muerte que él mismo cruzó; Él es el Buen Pastor, a cuya guía nos podemos confiar sin ningún miedo, porque Él conoce bien el camino, incluso a través de la oscuridad.
El Paraiso, no lo olvides, no es un lugar privilegiado para unos pocos. Puede que la fiesta de Todos los Santos sea como una meta inalcanzable, solamente para cristianos excepcionales, para santos, de los que conocemos y llamamos santos de altar, los que han sido canonizados. No es así. Te doy una definición sencilla de lo que podemos entender por santos: aquella persona que descubre lo mucho que le ama Dios, y que no es capaz de decirle que no.
En una ocasión preguntaron a la Beata Madre Teresa de Calcuta lo que sentía cuando el mundo le aclamaba como santa, y contestó al periodista: "La santidad no es un lujo, es una necesidad". Y así debe ser para los cristianos. Una necesidad. Máxime aún cuando desde el Concilio Vaticano II proclamó la "llamada universal de todos los cristianos a la santidad".
Pídele a María -también lo pido para mi-, que es Puerta del Cielo y Reina de todos los Santos, que te ayude a luchar decididamente con todo cuanto te impide ser un cristiano con más esperanza. Un propósito: ser santo. Y una meta: el Cielo.
Insertalo bien en tu disco duro: ¡Holywins! ¡La santidad vence!
(1) Benedicto XVI, Audiencia (2-XI-2011). También para las citas que siguen.